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Líneas rojas

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Por Mario Martín Lucas

Si por algo optó el electorado español en las elecciones generales del pasado 20-D fue por la pluralidad y la diversidad, pero también por la negociación y los pactos. Se acabaron, al menos por un tiempo, las mayorías parlamentarias y los rodillos que, como sucedió en la legislatura pasada, terminan por utilizarse para hacer cosas que no formaban parte de los programas electorales, especialmente por parte del ganador de aquellos comicios, causando el estupor, la sorpresa y el dolor en el sufrido ciudadano, asombrado por el efecto pernicioso de su voto.

Ahora es tiempo de política con mayúsculas, de saber negociar, de saber entenderse, de priorizar problemas y soluciones, de gobernar para los más y no para los menos, de saber ceder para llegar acuerdos, de mano izquierda, de escuchar al otro, poniéndose en su lugar, de empatía, de conversaciones privadas cara a cara y sin intermediarios.

Sin embargo los elegidos como representantes de las fuerzas que tienen en su mano articular el deseo de la sociedad española no hacen más que insistir en las cuestiones que les separan, enviando mensajes a los otros a través de la prensa, los medios audiovisuales o las redes sociales.

Mariano Rajoy pretende lograr el apoyo del PSOE y Ciudadanos para articular un Gobierno que de estabilidad, situando como rival a Podemos, sin entender que a pesar de haber tenido más de siete millones de votos a su formación política, ha habido quince millones de españoles que se han inclinado por otras opciones y no entenderían la razón por la cual sus votos deben terminar apoyando a quien representa las mismas políticas de desigualdad y recortes aplicadas en los pasados cuatro años.

Albert Rivera dice que no votará sí ni a la investidura del Sr. Rajoy, ni a la investidura del Sr. Sánchez, ni apoyará ninguna alternativa de la que forme parte Podemos, lo cual parece situarle en una posición tibia, ni frio, ni calor, que sitúa su ambición como la tercera pieza, vía abstención, de un posible acuerdo de otros dos, previsiblemente PP y PSOE.

Pablo Iglesias sorprendió al resto de líderes políticos, planteando su predisposición a un pacto con el PSOE, formando un gobierno para el que se autonominó como vicepresidente, poniendo como condición el referéndum de autodeterminación para Cataluña, lo cual generó nuevas exigencias similares desde el País Vasco y Galicia.

Pedro Sánchez, con 90 escaños socialistas en el Congreso, ve posible alcanzar la presidencia del gobierno, si bien desde la propia Comisión Ejecutiva del PSOE se le marca otra nueva línea roja que es la no convocatoria del referéndum en Cataluña.

No parece probable que se puede conseguir una mayoría absoluta en el actual Parlamento, ni con el sumatorio que se pueda agrupar en torno a PP, ni tampoco en torno al PSOE, pero si se podría conseguir una mayoría relativa para poder gobernar. En la historia democrática de España desde la transición, se ha conseguido gobernar en el marco de los 150 escaños, ocurrió con Felipe González en 1993 (159) y con José María Aznar en 1996 (156). Actualmente el PP tiene 123 escaños y el posible apoyo de Ciudadanos (40) le situaría en los 163 escaños; pero también el PSOE podría alcanzar una mayoría relativa de 167 escaños, sumando a sus 90, los 69 de Podemos, los 6 del PNV y los 2 de Unidad Popular.

Convendría exigir a nuestros líderes políticos que pensaran más en lo que les une, entre ellos y con nosotros, los ciudadanos, y que dejen de marcar “líneas rojas” que solo parecen utilizar como coartadas para justificarse ante la galería, sus propias estructuras y sus respectivos votantes …¡señores, es tiempo de pacto!

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