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Cambia para seguir siendo tú

Mario Martín Lucas
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Actualizada

¿Serías capaz de decir cómo eres?, ¿y que no eres?, ¿estás seguro de ello? ¿Has intentado hacer las cosas que haces, de otra manera? ¿De cuántas cosas te crees ser capaz y las realizaste?, ¡recuerda! ¿Qué hitos especiales de ti mismo, te vienen a la cabeza en este momento? ¿Se han confirmado las cosas que se decían de ti en tu niñez, en el colegio o entre tu grupo de amigos?

En su novela El gatopardo, Giuseppe Tomasi di Lampedusa incluyó la frase de "si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie”, la cual encierra una notable paradoja: el cambio como esencia de la permanencia; permanecer, mantenernos en el mismo hacer o desempeño, hacer las cosas siempre igual, nos llevará, inexorablemente, a la insustancial… a desaparecer. ¡Si quieres permanecer, cambia!

La psicología aplicada señala que solo hay aprendizaje cuando nos enfrentamos al cambio, a la transformación. Mantenernos en nuestra propia zona de confort nos hará debilitarnos, perder competitividad, no se trata de vivir en la exigencia sin más, pero sí de buscar la excelencia y ello lleva implícito el camino hacia la exploración, la mutación, a incorporar y a evolucionar.

A mitad de los años sesenta del siglo XX me formé en un colegio municipal, donde los medios de los que disponíamos se circunscribían a un encerado, un paquete de tizas, un globo terráqueo sobre la mesa del profesor y una pequeña probeta para hacer experimentos con ácido sulfúrico, que acabó con mis primeros pantalones largos, para desesperación de mi madre.

De entonces para acá se ha impuesto la enseñanza bilingüe, cualquier niño, o adolescente, ha crecido con su smartphone en la mano, que completa con el uso de su tablet u ordenador personal, Skype ha suplido al teléfono, las videoconferencias a los telegramas, google y la wikipedia a las enciclopedias, las fintec se han comido a los bancos, los automóviles han devenido en instrumentos de conectividad que en poco tiempo no habrá que conducir sino simplemente programar, la domótica se ha adueñado de nuestras viviendas y podemos programar la temperatura de nuestra nevera desde cualquier lugar del mundo.

Sin embargo aquel niño que estudiaba a mitad del siglo XX en un colegio público de Madrid, no es muy distinto a otro de esa misma edad que hoy cuente con todos los avanzados medios mencionados, la diferencia está en todo lo incorporado en su aprendizaje para vivir en este momento. La metáfora es la necesidad de asumir el cambio como estrategia para permanecer.

Correr es uno de los deportes que más he practicado, hasta el punto de contar con veintinueve maratones finalizadas, pero el lugar más especial de todas ellas entre mis recuerdos, lo ocupa la primera que finalicé, seguramente porque aquella maratón fue la culminación de un proceso de cambio en mí, que se inició el día que decidí empezar a correr.

En aquella primera ocasión solo troté durante tres kilómetros, que poco a poco fuí ampliando, perseveré, habitué mi cuerpo y mi mente a la constancia, incorporé la rutina del entrenamiento en mi día a día, me uní a grupos de entrenamiento con otros corredores, aprendí, desarrollé la técnica de carrera, fuí conociendo la propia respuesta de mi cuerpo, me ayudé de entrenadores, médicos y fisioterapeutas; superé el límite de las medias maratones… hasta que, como fruta madura, llegó el momento de reconocerme a mí mismo atravesando la línea de meta de mi primera maratón, flanqueándola bajo la melodía musical de Carros de fuego, algo que, todavía hoy, al recordarlo, me pone los pelos de punta.

¿Nací corredor? En absoluto, pero en un momento adecuado decidí introducir un cambio en mi vida que me llevó a acumular esas veintinueve maratones finalizadas. Antes no era de una determinada manera, y ahora tampoco.

El cambio y la acción están en la esencia del aprendizaje y éste es nuestro necesario carburante para la vida, tal como decía Tom Clancy: “La vida es aprendizaje, cuando dejes de aprender, mueres.”

El anhelo del cambio es sustancial al ser humano, pero al mismo tiempo tendemos a resistirnos a ello, porque nos sentimos más cómodos en lo conocido, ahí aparecen los autosabotajes, en forma de distracciones (despistes, olvidos…) y los obstáculos (justificaciones, “soy así”, creencias limitantes, miedos, negación de lo que sucede, etc…).

No te dejes arrastrar por tu zona de confort. Identifica que cosas querrías cambiar en tí, para mutar, para evolucionar…. y sobre todo para seguir siendo tú. En ese camino te hago dos recomendaciones, o sugerencias: hazlo siempre con compromiso y busca un testigo con quien compartas ese cambio que quieres incorporar, verbaliza con él el para qué, qué cosas serán diferentes cuando lo tengas incorporado y cuáles serían los hitos que debes ir atravesando hasta llegar allí.

Recuerda la célebre frase de Winston Churchill: “Mejorar es cambiar; ser perfecto es cambiar a menudo.” El cambio, y el aprendizaje continuo serán la esencia para que tú, sigas siendo tú.

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