Los extraterrestres han llegado: ¿en qué idioma hablamos con ellos?
La película La llegada explora el argumento del primer contacto con extraterrestres desde el punto de vista de la lengua y de las posibilidades de entendernos con ellos.
21 noviembre, 2016 00:40Noticias relacionadas
¿Vienen en son de paz o blandiendo el hacha de guerra? ¿Físicamente se parecen a nosotros, a los insectos, o a nada que tenga forma? ¿Son tecnológicamente muy superiores? La gran mayoría del cine de ciencia ficción sobre contactos con alienígenas centra sus historias en las respuestas a estas preguntas. Sin embargo, hay un aspecto que casi siempre queda arrinconado: ¿podemos comunicarnos?
En la mayor parte de los casos los guionistas prefieren pasar de puntillas por este asunto, dotando a los alienígenas o incluso a los terrícolas –como en Star Trek– de un oportuno traductor universal, o simplemente evitando todo atisbo de comunicación. Tal vez el primer intento realista de presentar la importancia de esta barrera fue el de Steven Spielberg en Encuentros en la tercera fase (1977), donde los visitantes empleaban un saludo musical de cinco notas que se traducía también al código de signos manuales de solfeo.
La música guarda una estrecha relación con las matemáticas, y la idea de que los números podrían servir como idioma universal ha sido manejada por los científicos en la vida real. Pero es evidente que, si llegara a producirse un encuentro en la tercera fase, la música y las matemáticas no bastarían; para establecer una verdadera comunicación se necesitarían toda la complejidad y la riqueza del lenguaje natural. Claro que ¿tendrían los alienígenas una lengua? ¿Podríamos llegar a entenderla, e incluso hablarla o escribirla?
Gramática universal
Este es el argumento de la recién estrenada La llegada, dirigida por Denis Villeneuve sobre un relato del galardonado autor de ciencia ficción Ted Chiang. La película narra la visita a la Tierra de 12 naves comandadas por una raza alienígena cuyas intenciones son desconocidas. Para tratar de establecer comunicación con los visitantes, el gobierno estadounidense designa un equipo que incluye a un físico y una lingüista. Ambos entablan contacto con los extraterrestres, seres con aspecto de pulpo y con siete apéndices, bautizados como heptápodos.
Al tratar de comunicarse, los protagonistas comprueban que el lenguaje hablado de los alienígenas es un galimatías de chasquidos y estampidos, inaccesible para los humanos. La clave del entendimiento llega a través del lenguaje escrito. Pero durante el esfuerzo para llegar a ese diálogo, los personajes descubren que la escritura de los visitantes es esencialmente diferente a la nuestra: como el chino, emplean ideogramas, pero sus símbolos carecen del orden lineal que en todos los lenguajes humanos marca la sucesión cronológica.
La llegada especula sobre cuán diverso podría llegar a ser un lenguaje alienígena. En el caso de la Tierra, y pese a que ciertos idiomas puedan parecernos endiabladamente complicados, esta diversidad no es infinita. Según explica a EL ESPAÑOL la lingüista de la Universidad McGill (Canadá) Jessica Coon, que ha actuado como consultora experta en la producción de la película, las lenguas humanas se construyen a partir de un conjunto de ingredientes básicos que generan una serie limitada de recetas. Esta "gramática universal", según la teoría que se atribuye al filósofo y lingüista Noam Chomsky, está impresa en nuestro sistema cognitivo, el hardware de nuestro cerebro.
La idea de que el lenguaje está enraizado en nuestra biología cuenta hoy con el favor de los científicos. Para el biólogo evolutivo Marc Hauser, experto en cognición, "todo en la evolución del lenguaje se debe a la evolución biológica", dice a EL ESPAÑOL. Esto incluye nuestra capacidad de crear y adquirir un vocabulario, aunque "los detalles de nuestro léxico se deben a la influencia ambiental externa", precisa Hauser. El psicólogo de la Universidad de Lancaster (Reino Unido) James Carney, especializado en la relación entre cognición, cultura y lenguaje, señala a EL ESPAÑOL que esta influencia ambiental se manifiesta sobre todo en forma de convenciones culturales: "rasgos como el acento o las palabras que usas pueden tener más que ver con cuestiones sociales que identifican el grupo al que perteneces".
¿Condenados a no entendernos?
En lo que respecta a la biología, y aunque algunos científicos también participan en esas especulaciones típicas de la ficción, lo cierto es que no tenemos la menor idea sobre cómo podrían ser las formas de vida inteligente surgidas en otros lugares del universo. Pero por supuesto, "su sistema cognitivo podría ser muy diferente", apunta Coon. Y en este caso, la gramática universal ya no lo es. "De hecho, sería muy sorprendente si nuestra gramática universal, el don para el lenguaje específicamente debido a la genética humana, se encontrara en una especie alienígena", agrega la lingüista.
"Si un lenguaje alienígena fuera muy diferente, ¿seríamos capaces de aprenderlo bien?", se pregunta Coon. "Esta es una parte de la película que incita a pensar". Chomsky escribió que para un "marciano" todas las lenguas humanas parecerían dialectos de una sola, y que si el idioma de este supuesto alienígena violara la gramática universal "simplemente no seríamos capaces de aprender ese lenguaje como aprendemos inglés o swahili".
Un caso lo tenemos en la comunicación en otras especies de nuestro propio planeta. Los científicos han logrado descifrar en parte estos lenguajes animales, pero según Hauser, sólo de forma limitada. Y el método de relacionar señales con las situaciones que las provocan puede ser equívoco incluso entre humanos: "Si estuvieras en un país extranjero, un conejo saltara a tu lado y el nativo local dijera gavagai, tu primera hipótesis sería que gavagai significa conejo, pero también podría significar comida o vayamos de caza", explica el biólogo. Una conocida anécdota cuenta que el explorador James Cook acuñó el nombre inglés para el canguro, kangaroo, creyendo que así lo llamaban los indígenas, cuando en realidad esto significaba "no le entiendo" (la historia es falsa: los nativos realmente llamaban al canguro gangurru).
Pero la influencia de la biología puede llegar a ser incluso mucho más poderosa. La trama de La llegada juega con una teoría real según la cual el lenguaje condiciona nuestra visión del mundo, lo que se conoce como Hipótesis de Sapir-Whorf o relativismo lingüístico. En la película, el lenguaje de los heptápodos les confiere una experiencia diferente de la realidad, que se contagia a los humanos cuando aprenden su idioma. Pero según Coon, la hipótesis no se aplica a los humanos: "Me parece improbable que nuestros sistemas cognitivos pudieran recablearse aprendiendo un lenguaje alienígena", dice.
Así pues, ¿estamos condenados a la incomunicación? Quizá no. Carney aventura que tal vez un proceso de evolución convergente, como el que originó las alas en las aves y en los insectos, "pudiera conducir a una especie alienígena por un camino lingüístico similar al humano". Esto sucede cuando el entorno impone similares condiciones, como la ventaja de volar. Según el psicólogo, una especie alienígena capaz de abandonar su planeta "bien podría compartir las mismas formas de organización social que nos permiten lograr eso mismo". "Por este motivo, mi apuesta es que podríamos ser capaces de entender como mínimo algo de una lengua alienígena", concluye Carney. Y si llega el día, confiemos en que sea así; como descubrirán los espectadores de La llegada, ese entendimiento mutuo podría ser cuestión de vida o muerte.