Blanca Portillo: "Los políticos siembran el miedo, y funciona"
"Me aterra más que la gente no lea un libro que no tener un buen PIB"| "La subida del IVA sólo fue la punta del iceberg, cuando no hay respeto por la cultura, se castiga"
31 julio, 2016 02:52Noticias relacionadas
Existe una raza de actrices diferente de las que quedan pocas. Mujeres forjadas en las tablas y que han sacado cabeza en un mundo dominado por los hombres. A ellas las designamos de una forma peculiar, llamándolas por su apellido precedido por el artículo femenino. Esto ocurre con Blanca Portillo, que junto a un puñado de intérpretes se ha ganado a pulso el ser reconocida como La Portillo. El caso de la protagonista de El testamento de María es peculiar. Mientras que es una de las grandes damas del teatro español, nunca ha terminado de despuntar su carrera cinematográfica. Y eso que ha trabajado con directores como Pedro Almodóvar, Gracia Querejeta o Agustín Díaz Yanes.
Para intentar resarcirse vuelve a intentarlo con Secuestro, un thriller del guionista de Los ojos de julia (Oriol Paulo) dirigido por Mar Targarona. Una historia llena de giros cuya promoción la lleva a pasarse medio julio en Madrid sin poder escapar. La Portillo, que además de actriz también ha dirigido el Festival de teatro de Mérida, espera a EL ESPAÑOL en la terraza del Hotel Only You de la Calle Barquillo, uno de los pocos lugares donde engañar al verano de la capital.
Hay gente que se ha dedicado a crear amenazas donde no las había, a sembrar el miedo, eso es una estrategia política: “Cuidaaaado, que viene el monstruo. Cuidaaaado que te van a robar”
¿Qué le llamó la atención de un thriller como Secuestro?
Cuando leo un guion o un texto o una biblia de una serie tiene que ver con una primera impresión, con un primer olfato. Porque ahí es donde me funciona la intuición o donde se desatan mis mecanismos internos. Cuando leí el guion no pude parar de leerlo quería saber más y me iba sorprendiendo según iba avanzando. Por otro lado, en una primera lectura tuve la sensación de que era una mujer profundamente desagradable. Pero no importaba, no tengo problemas para hacer personajes que no son agradables, pero ella era rara, pero fui descubriendo un mundo por debajo y el hecho de que planteara la defensa de su hijo casi como un anima que defiende a su cachorro me emocionó mucho y me encantó el final, lo que ella decide hacer. Esa carga emocional que iba por debajo y el hecho de que se hablara de muchísimos temas además, más allá del género.
Habla de corrupción.
Sí, pero también de mujeres dueñas de su vida, de sus problemas, de la maternidad, de amores frustrados, el bullying y dije esto puedo hacerlo.
Viendo la película, a esa madre sufridora, es inevitable no acordarse de su papel en teatro en El testamento de María.
Hombre las cosas me las ofrecen. Es curioso porque yo no tengo hijos y me sorprende por un lado, pero no me hace falta ser madre para ello, porque soy hija, tengo referentes maternos muy claros. Mi madre, que ha sacado a sus ocho hijos adelante, tengo referentes de madre coraje en mi vida y lo he mamado.
Con El testamento de María me acuerdo que hubo polémica por el texto, también hemos vivido últimamente casos como el de los titiriteros, ¿cree que se mira con lupa cada cosa que hace la cultura?
Últimamente veo unas cosas que digo: señores cálmense, que no podemos ir para atrás. Esto es absurdo. Por salir al escenario y decir ciertas cosas no pasa nada, no estás matando a nadie, es un punto de vista sin más. Y vendrá mañana otro y dará otro. Es un espacio de libertad donde se pueden decir cosas. Yo con El estamento llegué a tener miedo, luego me di cuenta de que no pasaba nada, pero al volver a Madrid alguien me preguntó: “¿Tu crees que ahora que están las cosas calentitas no te van a esperar en la puerta?”. Y yo le dije: no me jodas, espero que no.
Parece que en los últimos meses, como dices, la cosa está más calentita.
Se han encargado algunos de poner las cosas más calentitas. Hay gente que se ha dedicado a crear tensión, a crear amenazas donde no las había, a sembrar el miedo, eso es una estrategia política: “Cuidaaaado, que viene el monstruo. Cuidaaaado que te van a robar”.
¿Viendo los resultados de las elecciones cree que ha funcionado esa estrategia?
Sí, sí.
Intento hacer un trabajo que sea útil, para eso vale la cultura para ayudar al agente a mejorar a pensar, hacerlos crecer
Ha hablado de mujeres fuertes, ¿cree que existe eso de una mirada femenina?
Sí, creo que tenemos miradas diferentes, pero eso no es malo ni mejor. Pero igual que hay miradas inteligentes y miradas absurdas, sí que tenemos una forma de entender las cosas distinta. Y todos tenemos ambas cosas, alguna más desarrollada de la otra, pero para entender a una persona no influye que sea un hombre o una mujer, se trata de empatizar con él.
Decía Carmen Maura que si nos gobernaran mujeres ya hubiéramos tenido un pacto.
Seguramente, sí. Porque las mujeres, y esto es una generalización y las generalizaciones son muy peligrosas, tenemos menos sentido de la competitividad, creo que somos más asociativas, sólo hay que ver los animales, las hembras se juntan.
¿Le interesa la política?
Me interesa como ciudadana, es mí país, cómo no me va a interesar. Y también porque lo que hago tiene que ver con comunicar a la sociedad, yo intento hacer un trabajo que sea útil, para eso vale la cultura para ayudar al agente a mejorar a pensar, hacerlos crecer. No me interesa la política en la medida que a mí me afecta como profesional, yo con mi sector, que a veces lo hacemos demasiado, me interesa como persona que quiere un país con una buena cultura y un buen gobierno.
Los últimos datos del CIS dicen que el 50% de la gente no va al cine ni lee un libro, ¿qué piensa cuando lee esas cifras?
A mí esos datos me asustan y me ponen muy triste. Porque eso habla de nuestra trayectoria, pero de siglos no de ayer o antes de ayer. Nunca hemos dado el valor suficiente a la cultura, parece que no nos importa que la mitad de la población no haya leído un libro, es terrible. Si fuera político estaría inventándome lo que fuera para que eso cambiara. Me aterraría más eso que no tener un buen producto interior bruto, no sé, o al menos lo tendría en cuenta, porque es la única forma de tener una sociedad con criterio, formada, con sensibilidad. No sé si hay interés en que la cultura sea importante...
¿Nota ese desinterés?
Sí, absolutamente. Siempre lo digo, lo de la subida del IVA es la punta del iceberg, si tu no tienes respeto por algo no lo cuidas, y si no lo cuidas, lo castigas.
¿Y en los últimos años, hasta con un nuevo Ministro, ha habido algún cambio?
Yo no lo veo, la verdad. Tengo la esperanza de que ahora como no va a haber gobiernos de mayoría, van a tener que llegar a acuerdos con gente que y confío y tengo la esperanza de que tengan un criterio cultural diferente. Y que, además, puedan aportar e incluso obligar a que se plantee la cultura desde otro sitio.
Yo desde que voto en este santo país tengo la sensación de que el Ministerio de Cultura es el lugar por el que se pasaba antes de llegar a otros lugares. No había bofetones para llevarse el Ministerio de Cultura, era como el lugar para ver que tal funciona alguien y ver si lo ponemos en otro sitio.
Lo ha vivido como gestora cultural, fue directora del Festival de Mérida en los años duros.
Fue una época de cambio, en la que después de muchos años de gobierno socialista se cambió a uno del PP, tanto en la región como en el ayuntamiento, justo ahí. Eso fue un cataclismo, porque es muy complicado trabajar con políticos desde la cultura.
¿Cansa?
Te puede dejar hecho polvo, tanto que no quieras acercarte nunca más, pero también pequé de mucha ingenuidad, yo doy por hecho que el hombre es bueno por naturaleza y no siempre lo es. Las cosas que tienen que ver con política tienen un funcionamiento que yo no entiendo y que pienso que las cosas deben ser mucho más sencillas, y que cuando alguien está bien hecho debe dar igual quién lo haga, que las ideologías no deberían marcar, es muy ingenuo por mi parte pensar que eso debía ser así y salí bastante escaldada.
España cuidamos poco de lo nuestro, eso es algo muy español. En otros países se parten la cara por lo suyo. En Francia alguien se tira un pedo y dicen: “es un pedo francés, cuidado”
Ahora en Madrid se han vivido dos cambios de dirección en dos teatros. En los del Canal, gestionados por la Comunidad, se ha elegido a dedo al nuevo responsable, mientras que en el Teatro español, que dependen del Ayuntamiento, se ha optado por el concurso público. ¿Cuál es la mejor forma para elegir al director?
Depende. Si el concurso sirve de verdad para que haya gente con criterio a mí me parece bien, y que se valore el rigor de la propuesta, porque no sólo se trata de decir yo quiero. La pregunta es cómo lo vas a hacer con este dinero. Por otro lado, quizá sea mejor estudiar a una persona que pueda funcionar y sin someterlo al juicio de nadie. Lo que me importa es el rigor. Los criterios a la hora de elegir.
Miguel del Arco decía que él no podía someterse a dirigir un teatro en el que los políticos estén metiendo mano.
Depende, hay gente que da más libertad, pero obviamente tienes que cumplir con unos criterios, porque te está contratando alguien, no estás trabajando para ti y tus bolsillos. No es lo mismo dirigir mi teatro que dirigir tu teatro, que estoy pagando yo con mis impuestos. Si yo no quieres someterte al criterio de nadie monta tu teatro, si puedes hacerlo fenomenal. Esto es un teatro distinto, es un teatro público, y ya no son tus gustos sólo, tienes que pensar en que sea bueno para la sociedad. A veces lo que es bueno para ti no lo es para el resto y hay que intentar hacer un trabajo con amplitud de miras.
Hacía tiempo que no estaba en cine, ¿no ha habido proyectos que le gustaran?
Ha habido varios que no han salido adelante, están siendo tiempos muy complicados para sacar una película adelante. Ha habido tres o cuatro que se han ido.
Como actor se nota la crisis también.
Claro. Si no tienes dinero, no para hacer la película, para estrenarla o distribuirla pues para qué vas a hacerla, ¿para guardarla en un cajón?
También vuelve a la televisión.
Para mí lo importante es el proyecto, y cuando hay uno que me gusta voy de cabeza, y en teatro igual, y Sé quién eres es un bombón, una joya, estoy orgullosísima de haberla hecho y tengo unas ganas de que la pongan que me muero.
Dicen que vivimos en España una época dorada de la televisión, gracias a series como el Ministerio del Tiempo o Vis a Vis.
Sí, se nota, estos días hablando con periodistas lo hablamos, hay un cambio y gente que se está arriesgando a hacer cosas diferentes. Quieras o no las cadenas privadas tienen que ganar dinero y yo lo comprendo. Eso les obliga a tener unos formatos y lo acepto, pero cada vez hay cosas mejores.
¿Sigue habiendo prejuicios hacia el cine español?
Habrá quién los tenga, pero es que en España cuidamos poco de lo nuestro, eso es algo muy español. En otros países se parten la cara por lo suyo. En Francia alguien se tira un pedo y dicen: “es un pedo francés, cuidado”.
No renunciaría a hacer cine, teatro o televisión, pero si tuviera que renunciar a algo, que sería a punta de pistola, tengo claro que no dejaría el teatro. Convive conmigo de forma natural.
Nosotros también idealizamos un poco a Francia.
Francia tiene un autovalor que es muy potente, ellos se sienten que son la capital cultural del mundo, y así van, defienden su cultura, es uno de los países que tienen pactos por la cultura y son inamovibles, gobierne quien gobierne no se puede tocar. Se favorece la producción propia, hay cuotas de pantalla... en fin, es que defienden sus productos como jabatos y nosotros es como: sí bueno, no está mal.
¿Y por qué no copiamos al vecino, si está muy cerca?
Y es funcional... Igual tiene que ver con el carácter, con la educación...
¿A lo mejor es por qué aquí se ha politizado la cultura?
O despolitizado...
Decía Bárbara Lennie que el teatro para ella era un faro al que siempre volvía, hay actrices que nunca dejaréis las tablas.
Yo siempe he dicho que no renunciaría a hacer cine, teatro o televisión, pero si tuviera que renunciar a algo, que sería a punta de pistola, tengo claro que no dejaría el teatro. Convive conmigo de forma natural.