El Gobierno conocía la operación de derribo a Sánchez desde la pasada semana
Cautela en Moncloa a la espera de una segunda investidura en octubre. En el Ejecutivo son conscientes de que quizá Rajoy no tenga que ser el candidato.
29 septiembre, 2016 00:57Noticias relacionadas
El sangriento espectáculo político al que hemos asistido este miércoles por la tarde en Ferraz ha sido observado con lupa desde La Moncloa. El Gobierno, que maneja información de primera mano sobre la operación en curso contra Pedro Sánchez desde la semana pasada, no las tiene todas consigo, según fuentes populares. En primer lugar, porque el magnicidio aún no ha finalizado y porque la cuestión de fondo- con o sin Pedro Sánchez- aún está abierta: ¿Acerca la rebelión socialista a una segunda investidura exitosa de Mariano Rajoy?
Los populares entienden y comparten los motivos que han llevado a Felipe González a provocar un asalto a Ferraz precedido por el incendio en el grupo parlamentario socialista el martes: impedir una alianza de izquierdas (una coalición de perdedores, un Gobierno Frankenstein o cualquiera de las denominaciones para el pacto entre PSOE, Podemos y los independentistas) y evitar el deterioro institucional que conlleva un año de Gobierno en funciones (lesión a la Corona, penalizaciones comunitarias, falta presupuestos autonómicas y ausencia de legislación, son los principales motivos esgrimidos tanto por populares como por socialistas críticos con Sánchez).
Los cinco escenarios
Desde un prudente silencio, manejan cinco escenarios, todos trufados de incógnitas y bifurcaciones en este mes de octubre que se presenta políticamente aún más insólito que los nueve meses anteriores:
1.Investidura exitosa de Rajoy con una abstención “pura y dura” del PSOE. La opción perseguida por el presidente en funciones desde el mes de agosto una vez consiguió sumar los 32 votos de Ciudadanos.
2.Investidura exitosa de Rajoy gracias al voto de diputados socialistas rebeldes “y con causa” dispuestos a romper la disciplina de voto en una sesión de investidura, algo que sería “un escándalo” pero que no puede descartarse dada la división que se ha producido ya en el PSOE.
3.Investidura exitosa de Rajoy con los 5 escaños del PNV después de que el PSOE apoye a los nacionalistas vascos en Vitoria. Sería una manera de permitir el Gobierno de Rajoy pero “sin tener que dar la cara” después del desgaste que están sufriendo, estiman los populares.
4.Investidura de un miembro del PP que no fuera Rajoy. Es la opción denominada “One to One” o “cabeza por cabeza”. Los socialistas podrían interpretar que el precio pagado por permitir que gobierne la derecha se vería suavizado si los populares entregan un gran botín: el hombre al que los votantes de izquierda (y más de la mitad de los votantes del PP) rechazan con ahínco por su vinculación con la corrupción, su gobierno de rodillo durante cuatro años y los recortes.
5.Terceras elecciones el 18 de diciembre. En Moncloa no tienen del todo claro si es mejor o peor debido a la dificultad para calcular el efecto que todo este “cúmulo de despropósitos políticos” a los que estamos asistiendo tendrá sobre los votantes en los nuevos comicios. En primer lugar, porque lo que el Gobierno considera fundamental para ese hacer ese cálculo es la abstención, íntimamente ligada a la sensación de hartazgo.
A este cúmulo de escenarios abiertos añaden los populares otra consideración: ¿le conviene a Rajoy ser investido en octubre? La respuesta no es fácil. Como ejemplo ponen lo sucedido esta semana en el Congreso de los Diputados, donde el PP ha sufrido una derrota y ha tenido que asistir, por primera vez desde que llegó al poder en 2011, a la constitución de una comisión de investigación.
Si la legislatura echa a andar con la investidura de Rajoy, la comisión seguiría su curso con un Gobierno en minoría que se constituiría además en el peor horizonte penal posible: con los casos que se acumulan en los tribunales saliendo prácticamente cada semana en los medios a lo largo del mes de octubre.
El observatorio de Moncloa, engrasado
Mientras tanto, el observatorio de Moncloa está bien engrasado y cuenta con grandes oteadores en el PSOE: José Manuel García-Margallo, el ministro de Asuntos Exteriores, ya ha explicado públicamente en varias ocasiones lo robusta que es su relación con Felipe González y con José Luis Rodríguez Zapatero a raíz de la posición de ambos socialistas contra la Venezuela bolivariana.
El más discreto Jorge Moragas, mano derecha de Rajoy en Moncloa, tiene línea directa con su antecesor en el cargo, el superfontanero José Enrique Serrano, que trabajó tanto para González como para Zapatero.
La información de que disponen en Moncloa desde la semana pasada está aún sin cerrar: queda por ver el ahínco con el que Sánchez resiste.