El Mobile World Congress 2024 ha sido, sin lugar a dudas, un torbellino de actividad y una oda al renacimiento tecnológico. Con más de 100.000 personas reunidas en Barcelona (que no es sólo su mejor dato desde la pandemia, sino también uno de los mejores de toda su historia), el evento ha recuperado su energía característica, reminiscente de los años dorados prepandemia. Sin embargo, este año, la grandeza no se ha medido por los anuncios estruendosos ni los lanzamientos espectaculares que solían dominar los titulares. No, esta vez, el MWC ha evolucionado hacia algo más refinado, algo más maduro.

Al adentrarse en el recinto, uno puede sentir la electricidad en el aire, pero es una electricidad diferente. Es la energía del negocio, de las relaciones que se tejen, de las alianzas que se forjan. He tenido el privilegio de conversar con diversos actores del ecosistema tecnológico, y lo que he escuchado ha constatado esta percepción: las agendas repletas de reuniones, las conversaciones intensas y los acuerdos estratégicos delinean la narrativa del MWC de este año.

Es evidente que el evento ha vuelto a su esencia, esa magia inigualable que lo convierte en el epicentro del progreso tecnológico. Pero esta vez, el protagonista no son sólo los dispositivos móviles; es la inteligencia artificial la que ha asumido el papel principal. La IA, con su capacidad para transformar industrias y revolucionar la forma en que vivimos y trabajamos, se ha convertido en el imán de interés y la fuente de fascinación para los asistentes. que abarrotaban la Fira de Barcelona.

Los abarrotados pasillos han vuelto al Mobile World Congress 2024.

Los abarrotados pasillos han vuelto al Mobile World Congress 2024.

En este MWC 2024, las conversaciones giran en torno a la integración de la inteligencia artificial en todos los aspectos de nuestras vidas, desde la automatización industrial hasta la atención médica personalizada. Las demostraciones prácticas y las aplicaciones concretas están capturando la imaginación de los presentes, y las oportunidades de colaboración parecen ser infinitas.

Es cierto que los grandes anuncios pueden haber quedado en el pasado, pero lo que presenciamos aquí es el florecimiento de una nueva era, una era en la que la innovación se fusiona con la pragmática empresarial. El MWC 2024 no es únicamente un escaparate de tecnología, sino un amplio abanico de oportunidades, un punto de encuentro donde las ideas se convierten en acción y los sueños se materializan en realidades de negocio. Y eso es lo que todos venimos buscando, lo que realmente moviliza el mundo.

En última instancia, el MWC 2024 es más que un evento; es un símbolo de la resiliencia y la adaptabilidad del ser humano frente a los desafíos del cambio y la incertidumbre. Quién nos lo diría después de su cancelación en 2020.

Es un tributo a la capacidad infinita de la tecnología para inspirar, conectar y capacitar a las personas en todo el mundo. Y, sobre todo, es un recordatorio de que, en un mundo cada vez más interconectado, nuestro potencial solo está limitado por nuestra imaginación y nuestra voluntad de colaborar en pos del bien común. Y, por supuesto, en pos del dinero, siempre Don Dinero.