En la intersección de la historia y la tecnología, una vez más, se está escribiendo un capítulo completamente nuevo, cierto que desde hace ya algunos años, pero que está cristalizando precisamente ahora a velocidad de vértigo. Estamos asistiendo a la evolución simultánea de tres plataformas tecnológicas que están redefiniendo las reglas del juego económico y empresarial, y marcando el inicio de una era de transformación radical.

Para comprender la magnitud de este hito, debemos retroceder al comienzo del siglo XX, cuando la humanidad se vio maravillada por la aparición de otras tres plataformas tecnológicas de uso general: el teléfono, la electricidad y el automóvil. Estos inventos revolucionarios sentaron las bases para un cambio profundo en la sociedad y la economía, y hoy en día estamos presenciando un fenómeno similar, potenciado exponencialmente.

Las tres nuevas plataformas de innovación son la robótica, el almacenamiento de energía y la inteligencia artificial. Cada una de ellas está experimentando avances a un ritmo acelerado, transformando industrias enteras y creando nuevas oportunidades sin precedentes.

La robótica está revolucionando la forma en que trabajamos e interactuamos con el mundo que nos rodea. Los robots, impulsados por avances en inteligencia artificial y aprendizaje automático, están realizando tareas cada vez más complejas y sofisticadas, desde el ensamblaje de productos en fábricas hasta la asistencia en procedimientos médicos.

El almacenamiento de energía se presenta como un elemento fundamental en la transición hacia un sistema energético sostenible. Se trata de un conjunto de tecnologías que permiten almacenar energía en diferentes formas, como eléctrica, térmica o química, para su uso posterior cuando y donde sea necesario.

La inteligencia artificial es la rama de la informática que busca crear sistemas inteligentes que puedan imitar las capacidades cognitivas humanas, como el aprendizaje, el razonamiento, la resolución de problemas y la toma de decisiones. A medida que la tecnología avanza, podemos esperar ver aplicaciones aún más transformadoras que impacten en todos los aspectos de nuestras vidas.

La convergencia de estas plataformas está generando un efecto multiplicador, impulsando un crecimiento exponencial que desafía las previsiones convencionales. Si bien en el pasado existía cierto escepticismo sobre la sostenibilidad de los crecimientos acelerados, ejemplos como las grandes empresas tecnológicas han demostrado que es posible mantener tasas de crecimiento anual compuestas del 20% al 25% durante años.

Sin embargo, esta vez la transformación es aún más significativa. La inteligencia artificial, en convergencia con las otras dos plataformas tecnológicas, está abriendo nuevas fronteras de posibilidades. Todo ello sustentado sobre las capacidades de computación en IA que están aumentando a un ritmo vertiginoso, permitiendo avances que antes parecían inalcanzables en períodos de tiempo cada vez más cortos.

Un ejemplo concreto de esta convergencia es el surgimiento de los vehículos autónomos, que combinan robótica, almacenamiento de energía e inteligencia artificial. Se proyecta que esta industria generará ingresos de entre ocho y diez billones de dólares en los próximos cinco a diez años, lo que representa una oportunidad de crecimiento sin precedentes.

Otro son las ciudades inteligentes que en el futuro serán más eficientes, sostenibles y seguras. Los sistemas de transporte optimizarán el flujo de tráfico, las redes eléctricas gestionarán la demanda de manera más eficiente y la robótica automatizará tareas en diversos sectores, desde la limpieza hasta la prestación de servicios a la ciudadanía.

Estas aplicaciones de las tres plataformas tecnológicas, no se limitarán a sectores específicos, sino que tendrán el potencial de impulsar el crecimiento de la actividad empresarial en general y del PIB a nivel mundial. Se estima que cerca de 1.000 millones de trabajadores del conocimiento podrían ser hasta cuatro veces más productivos gracias a estas innovaciones, lo que podría acelerar el crecimiento del PIB real del 2 al 3% al 6 al 9%.

Esta productividad mejorada no solo se traducirá en ganancias para las empresas, sino también en aumentos salariales y precios más bajos, lo que podría conducir a un período de deflación. Este escenario contrasta con las preocupaciones actuales sobre la inflación y sugiere que las políticas monetarias actuales podrían estar desfasadas frente a una realidad económica en rápida evolución.

En términos de inversión, esta era de innovación disruptiva ofrece oportunidades sin precedentes. Se estima que el valor de la innovación disruptiva en los mercados bursátiles mundiales podría aumentar más del 40% anualmente, alcanzando más de 200 billones de dólares en valoración total. Sin embargo, este crecimiento iría acompañado de un proceso de destrucción creativa, transformando industrias y modelos de negocio establecidos.

A pesar de las dudas y la incertidumbre, la confianza en estas predicciones se basa en una investigación sólida y en la observación empírica de los avances tecnológicos. La clave para aprovechar estas oportunidades radica en comprender y adaptarse a los cambios que están por venir, preparándose para una nueva era de crecimiento acelerado y transformación radical.

Estamos ante una era de cambio sin precedentes. Si bien los desafíos son significativos, las oportunidades son enormes para aquellos que estén dispuestos a abrazar la innovación y la transformación. En medio del ruido y la incertidumbre, la verdad es clara: el futuro está lleno de posibilidades emocionantes y prometedoras.