La filtración de los papeles de Panamá y la reciente intervención policial en el bufete Nummaria han arrojado luz sobre una figura crucial en todas las tramas de dinero oculto en paraísos fiscales: la de los testaferros de que se valen los pillos para evadir sus fortunas y no pagar a Hacienda. La función de estos fiduciarios vuelve a cobrar protagonismo a raíz de las últimas pesquisas de la Policía para descubrir el botín oculto del clan Pujol.
Los agentes de la UDEF que rastrean las operaciones del primogénito, Jordi Pujol Ferrusola, han identificado a un ciudadano panameño de 54 años que participó en la constitución de varias sociedades a través de las cuales la familia del ex presidente catalán gestionaba el dinero escondido.
También Iñaki Urdangarin y Diego Torres se valieron de un testaferro, en este caso un letrado, para evadir el dinero captado a través del Instituto Nóos. En el gremio de los hombres de paja conviven los abogados expertos con personas anónimas que, por poco dinero, presta su nombre e identidad a los evasores para ocultar su patrimonio. Así, Francisco Granados, David Marjaliza, Imanol Arias y Ana Duato se valieron de un cartero panameño.
En otros casos los despachos se valen incluso de mendigos o indigentes. La identidad de unos y otros se oculta mediante un simple contrato privado. Es imprescindible el endurecimiento de las sanciones o penas aplicables a estos colaboradores necesarios para luchar contra la corrupción.