La investigación del supuesto intento de extorsión a Cristina de Borbón por parte de Manos Limpias -a través de Ausbanc- deberá esclarecer qué papeles jugaron realmente en todo este turbio asunto el presidente del sindicato, Miguel Bernad, su compinche de la asociación de usuarios de banca, Luis Pineda, y el entorno de la infanta.
El abogado de la hermana del rey ha denunciado al sindicato por, supuestamente, haberle pedido tres millones de euros a cambio de retirarse del caso Nóos y, por tanto, de librarla del banquillo de los acusados. Sin embargo, las grabaciones policiales probarían que Miquel Roca, que tardó dos semanas en interponer su denuncia, aceptó negociar con su supuesto chantajista.
Los contactos entre acusación y defensa se produjeron a través de un intermediario de Banco Sabadell, a quien el presidente de Ausbanc le trasladó que Manos Limpias estaba dispuesta a negociar. Tres grabaciones avalan esta voluntad del sindicato. En una de ellas, el mediador aseguró a Pineda: "Roca dice que sigamos hablando y que luego entra él".
La denuncia que sirvió para desmantelar la trama de soborno -y desacreditar a la acusación popular pese a la solidez de los indicios incriminatorios- se produjo más tarde. Existen elementos suficientes para preguntarse hasta qué punto los extorsionadores no acabaron siendo dos cazadores cazados, por más que quepan pocas dudas de su catadura moral.
En su declaración ante el juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz, Miguel Bernad admitió que pensaba retirar la acusación contra la infanta, si bien adujo que había llegado a esta determinación por su amor a España. Parece claro en cuánto tasaba su patriotismo.