El pleno municipal de Santa Coloma de Gramenet ha aprobado este martes el reglamento que sentará las bases del funcionamiento de su propia moneda local. La alcaldesa Núria Parlón se ha vanagloriado de presidir el primer ayuntamiento de toda España que canaliza gasto público con su propia moneda digital a través de un Circuito de Comercio Social. Pero la realidad es que estamos ante una iniciativa extravagante, cuyos beneficios no están contrastados y que podría ser contraproducente.
El objetivo del dinero no es sólo facilitar el intercambio de mercancías, sino también actuar como unidad de valor. Esta moneda no tiene ningún tipo de respaldo, ya que no hay un banco emisor, por lo que técnicamente no tiene valor liberativo y funciona sólo cono economía de trueque. Al tratarse de una divisa exclusivamente digital, corre el riesgo incluso de sufrir ataques informáticos, y es poco probable que los ciudadanos de Santa Coloma se arriesguen a cambiar grandes sumas de dinero a una moneda que prácticamente tiene el mismo valor que los billetes del monopoly.
Según Parlón, con esta moneda propia se pretende avivar el sentimiento de pertenencia y enriquecer "el orgullo de comprar en casa". Hacer experimentos con algo tan serio como el dinero es un error. Nos ha costado demasiados años alumbrar una moneda única como para ahora ir promoviendo una distinta en cada municipio.
La alcaldesa dice que ahora propondrá a los ciudadanos que sean ellos quienes bauticen la nueva moneda. Lo tiene muy fácil. De la misma manera que Jacinto Pellón, responsable de la Expo 92, legó su nombre al dinero que se perdía en las mordidas y en la gestión manirrota -"el pellón"-, Núria Parlón también merece pasar a la historia por su frívola iniciativa: "el parlón".