Sin demasiado alboroto, sin hacer mucho ruido, Facebook ha conseguido hacerse con una licencia bancaria expedida por el Banco Central de Irlanda que le autoriza a actuar como servicio de pagos y operador financiero. La compañía había solicitado la licencia hace dos años.
En los Estados Unidos, muchos usuarios de Facebook ya están acostumbrados a utilizar el servicio para hacer pagos a otras personas, como hacen con otros servicios muy populares como Venmo, perteneciente a PayPal o Snapcash, lanzado por Snapchat en combinación con Square, especialmente extendidos entre el público más joven. En muchos sentidos, el público norteamericano ya ha aceptado plenamente que las herramientas que utilizan para mover dinero entre particulares pueden venir de compañías que no tienen nada que ver con la banca tradicional... un pequeño paso para los usuarios, pero un gran paso para la industria. Lo que no está claro es si hablamos de un paso hacia adelante, que llevará a los bancos a competir desarrollando productos y servicios cada vez mejores, o del paso que das cuando estás delante de un precipicio.
Que Facebook se lance a la aventura internacional de ofrecer servicios bancarios nos lleva a plantearnos una pregunta: ¿cuántas de las personas que conoces crees que estarían a gusto con la idea de que Google, Apple, Facebook o Amazon fuesen su banco? ¿Qué tipo de cuestiones nos planteamos ante esa posibilidad? ¿Problemas derivados de la privacidad, del hecho de que esas compañías tengan muchísimos datos sobre nosotros a los que ahora unirían nuestro uso de fondos, nuestros ahorros, etc.? Porque aunque escucho a muchos mencionar ese tema, realmente no veo a nadie cancelar sus cuentas en ninguna de estas compañías debido a ello, lo que indica que la preocupación, si bien puede existir, no parece suficientemente fuerte como para no probar. Si preguntamos a unos 7000 europeos, la respuesta parece clara.
Y si pruebas... ¿qué va a ocurrir? ¿Son los bancos suficientemente atractivos, convincentes o tienen tan buena imagen como para mantener fieles a sus clientes, alejados de los cantos de sirena de las compañías tecnológicas? ¿Son capaces de proporcionar niveles de atención y servicio comparables a los que ofrecen estas compañías? ¿Innovación? ¿Velocidad? ¿Dinamismo? Y hablamos de compañías cuya valoración y fondos disponibles exceden con mucho a los de cualquier banco...
La banca está, cada día más, ante su laberinto. Si se redefine la automoción, el comercio, el turismo y hasta industrias como la minería o la agricultura, ¿por qué no se iba a redefinir la banca? ¿Está la banca preparada para enfrentarse a ese escenario?