Es muy cuco el cartel nazi-leninista de la CUP: la barredora queda muy arriba, sin dejarle sitio a nadie que la barra a ella. Tal es el ventajismo de quien empuña una escoba: transmite el mensaje de que los que deben ser barridos son los otros. Pero ya sabemos que cuando la escoba del antisistema se pone en marcha acaba barriendo también a los barredores: como la del aprendiz de brujo, o la guillotina del Terror (el complemento de ésta era el cesto para la cabeza, técnicamente un cubo de basura). Después de tantísima historia (¡tan sangrienta y tan pesada!), podríamos proponer una ley preventiva: barramos de inmediato al que nos sale con una escoba. Luego ya se verá.
Hay que hablar también del culo, de los culos. El dibujante no solo ha puesto heteropatriarcalmente a una barredora en vez de a un barredor, sino que le ha puesto un buen culo. Ya que el mensaje del cartel es muy franquista, propongo bautizarla como Paca la Culona. Así llamaba –recordarán– Queipo de Llano a Franco, que quiso barrer y barrió a media España. Mas Paca todavía es el Lenin del cartel inspirador. Se aprecia una enternecedora evolución artística. El dibujante catalán no ha tenido que hacer tan culona a la barrendera, porque expresa su movimiento con tracitos curvos de cómic. El dibujante soviético, en cambio, prescindió de ese recurso y para significar la potencia del barrido necesitó inflar el culo de Lenin, motor de la revolución.
De un dibujo a otro, se observa el achicamiento del espacio y la mengua de la ambición. Es el recorte del nacionalismo. Lenin quiere barrer a los malos del globo terráqueo. La CUP, en cambio, solo aspira a barrerlos de su terruño (aunque en lugar de Catalunya sea el terruño imperialista –o miniimperialista– de los Països Catalans; un terruño españolito de a pie con ambición de ser un poco más alto). Con todo, qué detalle que a los malos no los echen a España –a lo que queda de España– sino al mar.
Un detalle que, con lo simpático que resulta el dibujo, manifiesta su instinto aniquilador. Al fin y al cabo, esos malos hubieran podido sobrevivir en tierra firme, aunque fuese la de España. Pero no, los echan al mar, para que se ahoguen. Cómo no acordarse del poema de Rafael Alberti que cantaba Paco Ibáñez (¡siempre termina saliendo un cantautor en el procés!): “A galopar, a galopar, hasta enterrarlos en el mar”. Gran imagen poética, solo que un pelín asesina. Enterrarlos, para que quede claro.