Los cantos de sirena a Ciudadanos
La crónica de la sesión constitutiva del Congreso de los Diputados de la XII Legislatura admitiría diversos titulares. Quizás el primero podría aludir al carácter de teatralización que tuvo la anterior. Las promesas de cumplimiento de la Constitución, convertidas en verdaderos alegatos políticos, fueron repetidas el martes 19. Sin embargo, a diferencia de lo ocurrido hace pocos meses, la reiteración del hecho lo ha integrado en la normalidad, como lo fue en su día la promesa "por imperativo legal" de los nacionalistas. No hay nada más viejo que insistir en una ocurrencia.
Pero admitiría sin duda la sesión del 19-J algún que otro titular más. Y es que el acuerdo obtenido entre el PP y Ciudadanos -y la ausencia consciente del PSOE en el pacto para la mesa- ha alimentado las especulaciones acerca de un nuevo movimiento del partido de Albert Rivera para facilitar la investidura de Rajoy. La actitud de los diputados populares, armados en esta ocasión de un encanto arrebatador del que antes se encontraban desprovistos, parece empeñada ahora de convertir en realidad su eslogan electoral, "Albert vota a Rajoy", pero ahora desprovisto de su carga amenazante.
Aunque no deja de ser una amenaza. Un voto a favor del político menos reformista que ha conocido la reciente historia de España, si entendemos que la política es reforma, sería un voto en contra de la misma política como procedimiento para resolver los problemas. Y, lo que es peor, para los 3,200.000 votantes de Ciudadanos la transmisión de la idea por la cual, presionados por los partidos mayoritarios, el partido de centro se transforma en muleta de la derecha; anticipando así su desaparición como proyecto político alternativo.
Con esos cantos de sirena habría que hacer lo que recomiendan los marineros nórdicos: oírlos del revés
Claro que los cantos de sirena te repiten que no importa, que la legislatura es muy amplia y que las gentes se olvidan de esas decisiones, meras menudencias en el fondo. Pero eso sí que es vieja política, la de jugar a que el paso del tiempo disuelve los errores -las decisiones trascendentes- en el olvido. Cualquier apuesta debe ser medida y explicada, y después asumida plenamente.
Con esos cantos de sirena habría que hacer lo que recordaba Ortega que les demandaban a los marineros nórdicos: oírlos del revés. De modo que si esos susurros te llaman a la rendición, tú debes entender que te incitan a resistir.
Son ya muchos -y serán legión- los que nos piden que votemos sí a la investidura de Rajoy, a cambio de un acuerdo programático que se vincule a la legislatura, que incorpore a ministros de Ciudadanos a ese gobierno o que simplemente haga de nuevo presidente al que solo lo es en funciones. Son opiniones respetables, pero creo sinceramente que los árboles no les dejan ver el bosque. Un bosque además muy frondoso y que tiene mucho camino y tortuoso que recorrer: el desafío soberanista, la reforma de las pensiones, la reforma constitucional y la regeneración democrática, por poner algunos ejemplos nacionales. Y el papel de España ante la nueva Europa que se dibuja después del brexit: ¿reforma de los Tratados?, ¿completar la unión bancaria?, ¿mutualizacion de la deuda?, ¿reforzar la unión política?, ¿optar por la Europa de las dos velocidades?
El PP no considera que debe cambiar de candidato y el PSOE parece empeñado en un tancredismo político
Demasiadas cuestiones para gobernantes que solo han acometido la crisis aumentando los impuestos a la clase media y convirtiendo el déficit en deuda pública además de generar nuevo déficit. Y la creación de puestos de trabajo precarios en una dualización perversa del mercado de trabajo. Y una economía que ha salido de la burbuja de la construcción y que solo se asienta en sus antiguos yacimientos del turismo. No hay innovación, ni investigación, no hay en suma modernidad... Por no hablar de la política, que debe ser objeto de putrefacción previa para que se den por resueltos los problemas.
Es a esta forma de gobernar y a estos gobernantes a los que deberíamos decir sí, se supone. Ciudadanos ya se movió del no a la abstención, el PP no considera que debe cambiar de candidato y el PSOE parece empeñado en un tancredismo político digno de mejor causa. La elección de la mesa del Congreso y su actitud de no entrar en negociación debería modificarse en el futuro si este partido está dispuesto de verdad a hacer política. Observar de reojo a Podemos tiene el riesgo de repetir sus erráticas estrategias. Si el PSOE forma parte del arco constitucional -y sin duda ahí está- debería trabajar en su desarrollo.
¿Y los nacionalistas, sedicentes electores de la mesa? El tiempo nos dirá cuál es la moneda de cambio que el PP les entregará a cambio de su voto, aunque es preciso advertir una vez más que política y recursos económicos nunca se deberían conceder para la destrucción de España.
Muchos titulares para una sola sesión. No en vano ha sido la primera.
*** Fernando Maura es diputado nacional de Ciudadanos.