Miedo en el cuerpo de la Guardia Civil de Tráfico tras el último caído
Cayetano Domínguez llevaba 10 años en el cuerpo. Sufrió el mismo destino que 332 compañeros de la Agrupación de Tráfico. Estaba casado y tenía dos hijas. El atropello es la causa más común de muerte de la Guardia Civil.
9 julio, 2017 03:25Noticias relacionadas
Es el último caído de una larga lista de 332 compañeros muertos. Cayetano Domínguez murió atropellado el lunes a las 10 de la mañana, después de poner una multa a un conductor por utilizar un móvil mientras conducía. Sufrió el mismo destino que que otros cientos de compañeros de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil , el cuerpo en el que más números de siniestrados hay. Los integrantes de este cuerpo admiten tener miedo cada vez que salen a realizar su labor a las calles.
Apenas estaba empezando la semana. Era lunes. Cayetano Domínguez comenzaba su ronda rutinaria. No sabía que esa mañana se calzaría sus botas de trabajo por última vez. El guardia Civil, de San Fernando (Cádiz), tenía 39 años y llevaba 10 en el cuerpo. Su padre, ya fallecido, había pertenecido también a la Guardia Civil. Pertenecía a la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil donde su compañeros le conocían como ‘El Crack’ por su buena relación con todos .
“Entró por vocación”, dice colega de la víctima, Pedro Carmona, quien lo recuerda. Habla en voz baja mientras coge fuerzas para hablar de su amigo. “Murió con su uniforme puesto; estaba haciendo lo que le gustaba”, cuenta Carmona. Eran las 10 de la mañana, Cayetano y su compañero venían de tomar un café con otros compañeros tras haber atendido un accidente unos kilómetros antes, cuando sucedió el accidente.
Iban por el kilómetro 20,700 de la A1 dirección a Madrid, un punto que los integrantes de la Agrupación de Tráfico de Madrid no podrán olvidar nunca. El sitio exacto en el que falleció el lunes de esta semana Cayetano. El accidente sucedió tan solo unos minutos después de que el agente y compañero hubiesen detenido a un coche en la misma carretera y lo multaran por exceso de velocidad. Sería la última multa del guardia civil, y una de las últimas cosas que hizo antes de morir.
El coche que habían detenido ya se había marchado y los agentes se preparaban para continuar con su camino. A partir de ahí, todo pasó muy rápido. Su compañero se había subido al coche y no había ni cerrado la puerta. Faltaba Cayetano que aún estaba fuera. Su colega miraba hacia la puerta del vehículo para cerrarla y ponerse el cinturón. Entonces escuchó un fuerte golpe . No le dio tiempo ni a mirar. Inmediatamente utilizó la radio para notificar el accidente. “Me puse en contacto con su compañero y me informó de que ya no había nada que hacer”, añade Pedro Carmona. Cayetano había muerto.
A Cayetano le gustaba el fútbol. Era un ‘loco’ del Real Madrid y del Cádiz, pero su verdadera pasión era su familia. Tenía dos hijas, una niña de cinco años con su actual mujer, Noelia, y otra con su antigua pareja. Residía con su familia en el municipio madrileño de Valdemoros. Sus niñas eran su verdadera pasión, según comentan varios de sus compañeros. Otro de sus compañeros piensa en la última vez que conversó con él: “Me comentaba que estaba muy enamorado de su esposa y que tenía mucha suerte, era una mujer muy guapa ”. Cayetano se iba de vacaciones el día después de su muerte.
“Entró por vocación, al igual que su padre lo había hecho antes”, recuerda Pedro Carmona, mientras reflexiona en voz baja .“Cuándo recibes la noticia cierras los ojos, no te lo puedes creer, y empiezas a pensar en quién habrá sido”, comenta su amigo, que ya ha vivido esto en otras ocasiones. No es el primer amigo que pierde, pero prefiere no hablar de sus colegas caídos. Simplemente asegura que se han sido ya demasiados.
La situación es complicada para estos guardias civiles, ya que están en el cuerpo en el que más números de siniestrados hay. Desde que se creó la Unidad en el 60 han muerto 331 agentes. Cayetano es el número 332. De estos 332, 287 han muerto atropellados. Sobre el incidente, la Guardia Civil confirma que no se cometió ningún incumplimiento del protocolo. “Se siguieron los pasos establecidos, los agentes actuaron como debían, utilizando la señalización ordenada, fue un accidente fortuito, una distracción del conductor”, comenta uno de los agentes de tráfico.
Otro de los compañeros de Cayetano, José (nombre falso), comenta que su esposa le ha llegado a decir ‘cada vez que te vas no sé si te volveré a ver’. Asegura que todos los integrantes de la agrupación de tráfico conocen los riesgos y que se intentan reducir cumpliendo el protocolo, pero que al final depende de la responsabilidad de la gente. “Basta con que alguien decida cambiar de estación y deje de mirar la carretera, y justo ese segundo estés en el sitio equivocado de la calle”, sentencia, se detiene y suspira. Él mismo esquivó un coche en más de una ocasión.
El conductor, un hombre de unos 50 años conducía un pequeño camión blanco, un Nissan Nt 400 Cabstar. Transportaba cristales en la parte de atrás del camión y desvió los ojos de la carretera por motivos desconocidos. El responsable dio negativo en el test de alcohol y drogas.
Al llegar a la escena del accidente, los miembros del Servicio de Urgencia Médicas de Madrid declaraba lo que su compañero ya había confirmado. El cuerpo presentaba politraumatismos a consecuencia del accidente y no tenía posibilidad de reanimación.
La vida de estos hombres depende muchas veces de las condiciones en las que conduce la gente. “Sabemos que un golpe a 50 kilómetros por hora supone algún daño irreversible; a 70 es ya casi seguramente mortal. Aunque te roce, basta con que te toque el retrovisor de un coche, solo hacen falta unos centímetros. La vida de Cayetano se ha perdido por unos centímetros”, dice José.
David Cumplido, compañero de Dominguez y Coordinador de Tráfico de la Asociación Unificada de Guardias Civiles, comenta que llevan un tiempo ya reivindicando la necesidad ampliar la plantilla para cubrir un déficit de personal. Además destacan la urgencia por un mejora en los turnos laborales. Los agentes tienen poco descanso y se presentan a veces a sus turnos sin haber tenido el reposo necesario.