La religión del dios monstruo de espaguetis volador recurrirá a la Audiencia Nacional
En la Jungla. Los 'pastafaris' de España, un movimiento irónico por la separación entre religión y estado, pugnan por convertirse en Iglesia.
13 enero, 2017 11:02Noticias relacionadas
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Creó el mundo cuando estaba borracho, de ahí que la cerveza sea su liturgia. No puedes verlo, pero estás tocado por la gracia de su apéndice tallarinesco. Los piratas son sus profetas; honrarás al monstruo de espaguetis volador (MonEsVol por sus siglas: su verdadero nombre es anatema) vistiendo con parche, pata de palo y loro los viernes. Si alguien quiere impedirte llevar un colador en la cabeza, denunciarás persecución de culto. Pronunciarás ramen en tus oraciones, el sagrado verbo de los fideos japoneses.
Este es el credo que un verdadero pastafari debe ser capaz de pronunciar sin reírse. Suena ridículo porque lo es, y con toda la intención. El 'pastafarismo' nació hace una década en EEUU como respuesta irónica a la infiltración de la religión en las clases de ciencia; las redes sociales le otorgaron la popularidad viral para crecer y convertirse en el culto favorito de quienes denuncian el dogmatismo en todo el mundo.
La Iglesia Pastafari de España, con un centenar de "congregaciones" en el territorio según su propio censo, ha visto como el Registro de Entidades Religiosas del Ministerio de Justicia les negaba por segunda vez la equiparación jurídica al cristianismo, el islam o el judaísmo. Su primer intento fracasó en 2010: el organismo les rechazó por la "falta de fe" inherente al proyecto.
Los fieles no se dejaron arredrar: comenzó una tarea de hormiguita de recaudar dinero mediante crowdfunding, redactar ante notario estatutos, un evangelio ("copiado de otra religiones reconocidas", reconocen sin pudor), adjuntar argumentaciones filosófico-teológicas y precedente legales de países en los que el pastafarismo ha sido reconocido - en determinados casos - como religión. Su esfuerzo culminaba con un nuevo y esperanzado intento la pasada primavera.
El chasco llegaba en noviembre. En su resolución, el Registro negaba la petición de la "sabrosa y condimentada Iglesia". La solicitud, argumentaba, había sido hecha con "falta de seriedad" y suponía una "burla de los principios y dogmas de fe de otras religiones". El texto citaba la Ley de Libertad Religiosa según la cual quedan fuera del ámbito de protección las "actividades y conductas que atentan a los derechos y libertades de los demás", y demostraba estar al corriente de la historia del movimiento, una "burla" y una "ironía legítima" que al mismo tiempo la sitúan "fuera de los fines religiosos".
La religión que ridiculiza a las religiones
Como recuerda la resolución del Registro de Entidades Religiosas, la Iglesia Pastafari es un ejercicio de ironía antisistema cuya popularidad sorprendió incluso a su creador, Bobby Henderson. Lo hizo para protestar por la decisión del Consejo Escolar del estado de Kansas en 2005 de equiparar las horas lectivas dedicadas en clase de biología a la teoría de la selección natural con las dedicadas al "diseño inteligente". El lobby fundamentalista cristiano había conseguido infiltrar el argumento de que ambas tenían misma validez.
Henderson apostó por el absurdo: si los grupos religiosos podían reclamar que, ajustándose a la Biblia, la evolución había sido guiada por una mano divina, él podía reclamar lo mismo para su fe, y el hecho de que él creyera que el mundo había sido creado por un monstruo de espaguetis volador no debía menoscabar sus derechos. Al calcar los argumentos de los creacionistas sustituyéndolos por elementos absurdos les asestaba un golpe demoledor. Kansas daba marcha atrás al curso siguiente.
La incorporación de piratas al mejunje era otra manera de ridiculizar los argumentos especiosos sobre correlación y causalidad en los discursos fundamentalistas. Relacionar por ejemplo, como abunda en el discurso de los predicadores, el descenso de la asistencia al culto con el aumento de catástrofes, causa y consecuencia de la cólera divina. Henderson adjuntaba una gráfica que comparaba el aumento de la temperatura global del planeta desde el siglo XIX con el descenso del número de piratas: por esa regla de tres, colegía, se deduce que el monstruo de espaguetis volador nos castiga con el calentamiento global por abandonar la senda de profetas como el capitán Mosey.
La parafernalia pastafari ha ido enriqueciéndose para parodiar los distintos frentes abiertos por las reivindicaciones religiosas y plantear ejercicios de reflexión sobre la libertad de credo. Uno de los más populares entre los fieles es de reclamar aparecer en fotografías oficiales o institucionales con un colador de pasta en la cabeza. Argumentan que es una prenda religiosa del pastafarismo, como puede ser el hiyab en el Islam y el turbante para los sikhs.
Pastafaris de la República Checa y Austria han conseguido el derecho de lucir el utensilio de cocina en las fotografías de su carné de conducir, aunque en el segundo caso el tribunal pidió la evaluación psicológica del solicitante. En EEUU, un concejal de Nueva York parodió las juras religiosas prometiendo el cargo con un colador en la cabeza.
El monstruo de espaguetis volador, a la Audiencia
Tras el chasco, los pastafaris españoles se dieron una tregua navideña antes de retomar su proyecto. "Nuestro querido MonEsVol ha tenido a bien iluminar el camino de la formalización de nuestra degustable religión, trayendo hasta nuestro puerto a un letrado combativo, quien nos va a llevar el recurso contra la denegación" - informaba el día de Reyes su blog. "Debido a la importante naturaleza de lo reclamado (el derecho de libertad religiosa), el recurso ha de ser interpuesto ante la Audiencia Nacional, lo cual también se refleja en los gastos" - añadía.
Al tener que presentar el recurso antes del 30 de enero, la Iglesia convocaba un nuevo "crowdfunding urgente" de "doblones" para costear el nuevo proceso: 900 euros que, sumados a los 1.200 restantes del proceso anterior que detalla diligentemente en su contabilidad online, deberían versarse para dar inicio al recurso.
Apenas una semana después cantaban victoria: la recaudación alcanzaba, y de sobra. Los pastafaris tienen ahora un incierto camino judicial por delante. Entre los argumentos que manejan figura que la ironía de su propuesta no menoscaba su derecho a ser reconocidos como religión: que crean realmente en la existencia de un monstruo de espaguetis volador es irrelevante.
"El legislador no puede usar como criterio para aprobar o dejar de aprobar la inscripción legal de una confesión religiosa la racionalidad interna de los dogmas o tesis de dicha religión. Si fuera por eso, ninguna religión podría gozar de reconocimiento oficial" - escribe en el texto de apoyo a la petición Jesús Zamora, catedrático de filosofía y ex vicerrector de la UNED. "La creación y difusión pública de una nueva entidad religiosa que sirva para poner de manifiesto la creencia de que las religiones son absurdas y perjudiciales debe disfrutar, por lo tanto, del mismo derecho que las demás".
O, como les gusta recordar a los pastafaris: "España admite que el dios vikingo Odín existe - la Ley de Libertad Religiosa otorgó reconocimiento a una boda pagana en 2007 -, pero no el monstruo de espaguetis volador".