Pesan muchas incógnitas sobre el acuerdo entre la Unión Europea y Turquía en materia de refugiados que han respaldado la madrugada de este viernes los jefes de estado y de gobierno de los 28. Bruselas está dispuesta a pagar hasta 3.000 millones de euros al presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, a cambio de que éste cierre las fronteras, retenga a los demandantes de asilo sirios y les impida llegar a Europa. Pero aún no se sabe de dónde saldrá el dinero y algunos países como Francia, Grecia o Chipre tienen dudas sobre la cooperación con Ankara, según explican fuentes diplomáticas.
Este plan de acción conjunto entre la UE y Turquía, que se venía negociando desde hace varias semanas, fue acordado por sorpresa por el vicepresidente primero de la Comisión, Frans Timmermans, a primera hora del jueves durante una visita relámpago a Ankara. Su jefe, Jean-Claude Juncker, lo presentó por la noche a los líderes europeos durante la cumbre dedicada a la crisis de los refugiados. Se trata de una de las piezas principales de la nueva estrategia de la UE para reforzar sus fronteras exteriores y frenar la oleada de inmigrantes y refugiados.
El acuerdo con Erdogan tiene dos objetivos. En primer lugar, “garantizar que los refugiados que están en Turquía se queden en Turquía”. Y también “evitar que haya refugiados e inmigrantes que atraviesen Turquía para llegar a la UE”, según ha explicado el presidente de la Comisión. Para ello, Bruselas colaborará con Ankara en el control de sus fronteras y financiará la construcción de nuevos campos de refugiados en territorio turco. En los últimos nueve meses, un total de 350.000 personas han intentado entrar de forma irregular en territorio comunitario desde Turquía. La policía turca sólo ha frenado a 50.000, según los datos del Ejecutivo comunitario.
La contrapartida de 3.000 millones de euros que ofrece la UE a Erdogan a cambio de estos servicios de protección de fronteras no figura en las conclusiones aprobadas por los líderes europeos, en las que de hecho no hay ninguna cifra. “Forma parte de las discusiones de los próximos días”, ha dicho Juncker. Pero la cantidad ha sido confirmada por varios diplomáticos y por la propia canciller alemana, Angela Merkel. “La cifra de los 3.000 millones de euros ha jugado un rol esta noche”, ha dicho Merkel, que la considera razonable porque Ankara ya ha gastado 7.000 millones en la crisis de los refugiados.
Erdogan logra triplicar la oferta inicial de la UE
Erdogan ha logrado así triplicar el precio que le ofrecía inicialmente la UE (1.000 millones de euros) por su trabajo de guardián de la frontera. Pero ahora Bruselas tendrá que buscar de dónde sale el dinero. En el presupuesto comunitario sólo quedan 500 millones de euros, según ha explicado el presidente francés, François Hollande. El resto lo tendrían que poner de sus presupuestos nacionales los Gobiernos, que hasta ahora no han sido muy generosos en sus contribuciones para paliar la crisis de los refugiados. Hollande ha sugerido que el dinero podría desembolsarse por tramos y sólo si Ankara cumple sus compromisos de frenar el flujo de refugiados
El presidente turco también ha conseguido que Bruselas se comprometa a acelerar la supresión de los visados para los ciudadanos turcos que visitan la UE. Y ha fijado la primavera de 2016 como plazo para hacer balance de los progresos. No obstante, Ankara deberá cumplir todas las condiciones y poner en práctica el acuerdo de readmisión vigente con la UE, que le obliga a quedarse no sólo con sus ciudadanos sino también con inmigrantes de otros países. “Estamos estableciendo un vínculo entre los resultados de Turquía en inmigración y los visados”, ha avisado Juncker.
La liberalización de los visados para los turcos plantea problemas sobre todo a Francia. “Si hay liberalización de visados con Turquía, debe ser sobre bases extremadamente precisas y controladas”, ha reclamado Hollande. “No debe ocurrir que conduzca a que lleguen personas de Turquía de cuya identidad no estemos seguros”, ha subrayado. Además de a Francia, el acuerdo con Ankara plantea “problemas políticos evidentes” a Grecia y Chipre. Turquía sigue sin reconocer a Chipre y ello es el principal obstáculo en sus negociaciones de adhesión a la UE, que los jefes de estado y de gobierno se han comprometido a reactivar.
MECANISMO PERMANENTE DE REPARTO DE REFUGIADOS
Además del acuerdo con Turquía, la cuestión más polémica durante la cumbre de líderes europeos ha vuelto a ser el reparto de refugiados entre los Estados miembros. Alemania y Suecia han pedido que figure en las conclusiones el mecanismo permanente de cuotas obligatorias que ha propuesto Bruselas, basado en criterios como la población, el nivel de renta o el paro de cada país, y que se activaría de forma automática en futuras crisis. Pero España y los países del este se han opuesto y han vetado cualquier mención, según han explicado fuentes diplomáticas.
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha asegurado al final de la cumbre que “este tema no se ha planteado y nadie ha dicho ni que sí ni que no”. A su juicio, lo prioritario es poner en marcha el reparto de 160.000 demandantes de asilo que ya se ha decidido pero que “todavía no se ha hecho”. Hasta ahora sólo se han trasladado 19 ciudadanos eritreos de Italia a Suecia.