De los países que integran la coalición internacional encabezada por Estados Unidos en Irak y Siria, Francia es, después del líder, el principal protagonista, por delante del Reino Unido. Su Fuerza Aérea bombardea, desde agosto de 2014, las posiciones del Estado Islámico en el norte de Irak y, desde principios del otoño, también lo hace en Siria, un paso que el premier británico, David Cameron, aun no se ha atrevido a dar. El 8 de noviembre los cazabombarderos Mirage intentaron incluso acabar con la vida de Salim Ben Ghalem, un terrorista francés, en Raqqa, la capital del Estado Islámico.
Aunque cuenta con un gran respaldo de EEUU –el Pentágono inauguró en 2012 una base drones en Níger-, Francia es también el país más implicado en la lucha contra los yihadistas en la franja del Sahel. Su intervención militar paró in extremis, en enero de 2013, a las columnas armadas de tres grupos islamistas que se dirigían hacia Bamako, la capital.
El país de la UE con más musulmanes
Francia es además el país de la Unión Europea en el que hay más musulmanes. Aunque el censo francés no precisa su religión, las estimaciones apuntan a que un 8% de la población sería musulmana, un porcentaje que duplica al de España (3,9%) y rebasa también al de Alemania o reino Unido. Cientos de miles de musulmanes viven en guetos, es decir, en barriadas periféricas en las que son mayoritarios. El laicismo francés, que se enfrenta a símbolos religiosos como el hiyab (pañuelo islámico), choca de lleno con el islam que practican.
El caldo de cultivo entre esos jóvenes que no comparten los valores de la República ha propiciado que sea Francia el país de Europa del que más aspirantes a yihadistas han partido rumbo a Siria e Irak. Se calcula que son unos 1.500, trece veces más que los que salieron de España. Algunos intentaran volver a casa con malas intenciones.
Por todas estas razones Francia es desde hace tiempo el objetivo número uno en Europa de buena parte de las organizaciones terroristas. El Reino Unido también figura entre sus prioridades, pero es algo menos vulnerable. Es una isla y no forma parte del espacio Schengen de libre circulación, es decir, que sus fronteras están algo más controladas. Las de Francia son porosas.
Hasta ahora era Madrid la capital de Europa continental en la que el terrorismo de corte islamista ha causado más muertos (11-M, 192 víctimas mortales), pero es en París donde más atentados perpetrados por radicales musulmanes se han producido en las tres últimas décadas. En los ochenta sus autores eran extremistas palestinos y libaneses; en los noventa padeció los coletazos de la guerra civil larvada que asolaba a Argelia. Las matanzas de la noche del viernes son, por el número de muertos y por el impacto político, las más graves. Es posible que su balance definitivo se acerque mucho al de Madrid en 2004.
Lo sucedido en París supone un salto cualitativo no sólo por la violencia desatada. Lo es también porque lo terroristas eran muchos, más numerosos que la pareja de hermanos que ametralló en enero a la redacción del semanario satírico Charlie-Hebdo, y porque muy probablemente todos son franceses o, por lo menos, se habrán criado en Francia.