El gigante surcoreano Samsung aguarda con nerviosismo la sentencia que este viernes emitirá el tribunal que juzga por corrupción a su líder de facto y heredero, Lee Jae-yong, ante la posibilidad de que sea encarcelado y la dirección de la empresa quede descabezada.
Un tribunal del Distrito Central de Seúl emitirá mañana su sentencia sobre Lee Jae-yong, para quien el fiscal pide 12 años de corrupción por su supuesto papel en el caso de corrupción de la "Rasputina", que supuso la destitución y encarcelamiento de la expresidenta surcoreana Park Geun-hye.
Es un momento crucial para el grupo Samsung, que Lee preside de facto desde que su padre sufriera un infarto que lo dejó incapacitado en 2014, y en especial para la joya de la corona del conglomerado, Samsung Electronics, que se juega seguir siendo una de las empresas más rentables del mundo.
Fuentes cercanas a la compañía han indicado que el número de juntas estratégicas que celebran periódicamente los consejeros delegados de las tres ramas de Samsung Electronics se han reducido desde que Lee, de 49 años, fue puesto en prisión provisional en febrero, señal de que la empresa mantiene su futuro en el limbo.
El espectacular rendimiento de Samsung Electronics responde no tanto a sus teléfonos, que siguen estando entre los más vendidos del mundo, si no al modelo diversificador que le ha permitido ser el primer fabricante y proveedor mundial de chips y semiconductores gracias a un estudiado plan de inversiones a largo plazo.
Es ese modelo el que algunos analistas ven peligrar si acaba en prisión el heredero del imperio Samsung, el mayor "chaebol" (nombre que reciben en coreano los grandes conglomerados controlados por clanes familiares) de Corea del Sur, cuyo producto interior bruto (PIB) depende en un 20 % de este gigante empresarial.
La principal acusación que recae sobre Lee -que durante el juicio ha defendido su inocencia- es la de autorizar el desvío de 43.000 millones de wones (unos 32 millones de euros/38 millones de dólares) a fundaciones bajo el control de Choi Soon-sil, conocida como la "Rasputina" por su amistad con Park Geun-hye.
Los pagos se habrían realizado a cambio de que el fondo público de pensiones hubiera autorizado en 2015 una fusión de dos filiales de Samsung (una de las cuales estaba participada por el mencionado fondo).
La operación reforzó el control de Lee sobre el grupo y allanó el terreno para convertirlo en el sustituto de su padre al frente del mismo.