Templos, escuelas y edificios del Gobierno se han convertido hoy en improvisados refugios para los más de 42.700 evacuados que, según dijo la Cruz Roja hoy, han abandonado los alrededores del volcán Agung, en la isla indonesia de Bali, ante el riesgo de que entre en erupción.
La Agencia Nacional de Gestión de Desastres indonesia estima que cerca de 80.000 residentes viven dentro de la zona de seguridad establecida en un radio de hasta 12 kilómetros alrededor del cráter en el distrito Karangasem, en el este de la isla y a unos 45 kilómetros de la capital provincial, Denpasar.
Asustados por los pequeños temblores que indican el movimiento del magma en el interior del volcán o evacuados por las autoridades, los desplazados no paran de llegar a los refugios.
"El Gobierno nos dio la instrucción de abandonar la zona lo más rápido posible", dice a Efe Ikomang Suryawan, un desplazado que ha traído solo unas pocas pertenencias al centro comunitario del pueblo Sidemen, a 18 kilómetros del volcán.
En el centro de Sidemen hay más de 400 desplazados acomodados en esterillas en el suelo, mientras que otros han sido acogidos por vecinos, muestra de los muchos actos de solidaridad que se han dado en las comunidades, que han asumido gran parte de la carga humanitaria.
En las carreteras hacia el volcán, carteles avisan de la zona de peligro mientras que camiones con ganado continúan abandonado los alrededores del monte Agung, aunque muchos no han recibido ayuda para el traslado.
"Dejé quince vacas y muchos cerdos, prefiero dejarlos que venderlos muy baratos", indica Suryawan, residente del pueblo Sukaluwih, en el subdistrito Selat, a unos 5 kilómetros del volcán.
Otros de los evacuados de Salat, Ngoman Mandi, de 62 años y que llegó junto a 17 miembros de su familia, recuerda cuando de niño, en 1963, el volcán Agung entro en erupción.
"Primero sentimos los terremotos, luego la gran nube en el cielo, después la ceniza cayó sobre la casa, la lluvia de fuego también se precipitó cerca de la casa, al día siguiente el día se volvió noche y nos marchamos de allí", relata Mandi.
La erupción de 1963 alcanzó un grado 5 en el Índice de Explosividad Volcánica y mató a más de 1.100 personas, aunque de momento los expertos del Centro de Vulcanología y Mitigación de Peligros Geológicos (CVMPG) no consideran probable una explosión tan fuerte.
En la isla, más de 200 puntos de acogida en nueve distritos continúan necesitando provisiones, algunos de ellos con escasez de agua o comida y de difícil acceso para la ayuda, según la prensa local.
En la ciudad Semarapura del distrito Klungkung, el que más personas ha recibido hasta la fecha (11.500) después de Karangasem (15.300), el refugio establecido por el Gobierno provincial acoge a más de mil evacuados.
Mientras nuevas familias siguen llegando, los registros de actividad sísmica superficial sugieren que el magma se mueve de zonas más profundas hacia el cráter, según dijo el domingo Devy Kamil Syahbana, jefe de la Región Este del CVMPG.
Según los últimos datos enviados a Efe por el puesto de observación del volcán en Rendang, que linda con la zona de seguridad, el ritmo de los terremotos superficiales continúa en aumento con 119 terremotos el viernes, 172 el sábado, 350 el domingo y 180 en las primeras doce horas de hoy.
De cambiar hacia un temblor constante "la erupción ocurriría en cuestión de minutos", apuntó Syahbana, aunque advirtió que es imposible tener certeza absoluta de qué ocurrirá.
Las autoridades locales afirman que no hay peligro para los turistas y el aeropuerto internacional de Bali Ngurah Rai continua operando con normalidad, aunque los expertos advierten de posibles cancelaciones en vuelos y transporte marítimo si entra en erupción.
Bali es el principal destino turístico de Indonesia con una afluencia mensual de unos 200.000 turistas extranjeros, según datos oficiales.