Representantes de los principales grupos políticos libios se reúnen hoy en Túnez para comenzar a negociar el nuevo plan de reconciliación propuesto por la ONU, que debe conducir a la convocatoria de presidenciales en 2018.
Fuentes próximas a la delegación del oeste de Libia indicaron que sobre la mesa hay una propuesta de acuerdo para que los líderes políticos de Trípoli y Tobruk compartan el poder político, mientras que el militar quedaría en manos del controvertido mariscal Jalifa Hafter, hombre fuerte del este del país.
Hafter, un exmiembro de la cúpula militar que aupó a Muamar Gadafi y que años después, reclutado por la CIA devino en su principal opositor en el exilio, se opuso desde el primer momento al primer plan de reconciliación libia, forzado por la ONU en diciembre de 2015.
Aquel pacto, conocido como Acuerdo Nacional Libia, permitió la formación del Gobierno de unidad y el Alto Consejo de Estado, las dos instituciones que gobiernan en Trípoli sin haber recibido aún la legitimidad que le debe conceder el Parlamento en Tobruk, bajo el control de Hafter.
La enmienda de este acuerdo es precisamente el punto de partida del plan de Saleme, en el cargo desde julio, que comenzará a ser estudiado por las partes hoy en Túnez.
El diplomático libanés pretende ahora que los diversos partidos y milicias libias dejen atrás seis años de conflicto y se comprometan en un nuevo camino de unidad que desemboque en la formación de unas Fuerzas Armadas unidad y la celebración de elecciones legislativas y presidenciales a lo largo de 2018
En este cuerpo se incluirían todos los grupos armados, menos los yihadistas, y estaría bajo el control de Hafter, como comandante en jefe y futuro ministro de Defensa, una opción que rechazan numerosas partes como la ciudad-estado de Misrata, que acusa al militar de crímenes de guerra.
Misrata denuncia, asimismo, que el militar, al que apoyan Rusia, Arabia Saudí, Egipto y Emiratos Árabes Unidos- ha dejado crecer la amenaza del yihadismo por motivos políticos.
Otros de los elementos controvertidos del plan de Saleme es su propuesta de incorporar a la negociación a los funcionarios y responsables del antiguo régimen gadafista, con Seif al Islam, uno de los hijos predilectos del dictador, a la cabeza.
En declaraciones a un canal francés, Saleme aseguró que Al Islam, sobre el que el que pesa una orden de captura de la Corte Penal Internacional por presuntos crímenes de guerra, podría incluso optar a la presidencia en unas hipotéticas elecciones.
"Los comicios deben estar abiertos para todos. No quiero que el acuerdo político sea propiedad privada de una de las partes o de la otra. Puede incluirle y a los seguidores del antiguo régimen a los que doy la bienvenida en mi oficina", afirmó.
Saleme expresó, asimismo, su intención de que a su proyecto se sumen los partidos que representan al Islam político, incluso al salafismo, a excepción de aquellos que han ejercido o invocado la violencia.
"Debemos crear las condiciones para esas elecciones, debemos saber cómo elegir al presidente y que tipo de autoridad le vamos a conceder", agregó.