Conocido por sus extravagancias dentro y fuera de la política, el presidente que culminó el Brexit y al que acabaron asediando los escándalos, sobre todo el de las conocidas fiestas celebradas en Downing Street durante la crisis de la Covid, decidió dar un paso al lado y renunciar al liderazgo de los tories y, por lo tanto, a ocupar el despacho de primer ministro en Reino Unido. Con el simbolismo y la sobriedad que caracteriza a los británicos, Johnson salió a la puerta del número 10 de Downing Street para anunciar su dimisión y solo unos días después se despidió, estilo Terminator, del Parlamento con un "Hasta la vista, Baby".