Resulta sobrecogedor escuchar algunos mensajes como el lanzado ayer por el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, con motivo de la celebración del 9 d'octubre, Día de la Comunidad. Ahora resulta que España necesita una "segunda transición", hacia el federalismo. Y lo dijo si ningún tipo de vergüenza, como si sus ideas sobre la estructura territorial española fuesen ampliamente aceptadas. Incluso como dogma de fe.
Siempre que escucho la palabra "pueblo" en boca de un político, me echo a temblar. Porque es un término que tiene unas connotaciones perversas atribuyendo a lo colectivo más valor que a cada una de sus partes, los ciudadanos. Una especie de "derechos inalienables" por el simple hecho de constituir una colectividad. A estas alturas de la historia y echando la vista atrás, cuando se habla de "pueblo" nada bueno se ha conseguido.
Me gusta más la palabra "ciudadanía", que en sí misma contiene la esencia de lo que debería pensar un gobernante sobre sus gobernados: personas libres, con derechos y obligaciones marcados por la ley, un "contrato social" escrito negro sobre blanco que, entre otras cosas, por pagar sus impuestos les da derecho a exigir una buena gestión.
Todos los "pueblos" y "naciones" son, como definió Benedict Anderson, puras convenciones: "comunidades imaginadas". Pero en la Comunidad Valenciana algunos siguen poniendo el enfoque en algo que pasó en la Edad Media en vez de entender las relaciones entre sus ciudadanos como un acuerdo a futuro. Pues bien, allá ellos.
Puig habló ayer de segunda descentralización en favor de la Comunidad Valenciana. Quiere más autonomía para cada una de las comunidades, pero al tiempo un Estado fuerte que impida la libre competencia entre ellas para, por ejemplo, atraer inversiones. Y es que el presidente de la Generalitat volvió a su pataleta del "dumping fiscal". Como si los problemas de los ciudadanos de la Comunidad dependiesen de lo que sucede en la Comunidad de Madrid.
El pasado martes, el día en que EL ESPAÑOL hizo su puesta de largo en la Comunidad Valenciana con el Foro Económico Español de Alicante, nuestro diario abría con una noticia de mi compañero Sergio Sampedro que ilustrativa perfectamente lo que está pasando. En el Foro se demostró que es una opinión generalizada entre empresarios y prfesionales de Alicante.
"El Gobierno del Botánico, formado por PSOE, Compromís y Unidas Podemos, ha invertido en la provincia de Alicante prácticamente la mitad de dinero en obra pública que en la de Valencia en lo que llevamos de legislatura, según los datos de la Asociación de Empresas Constructoras y Concesionarias de Infraestructuras (Seopan)". Poco más hay que decir. ¿Para que quiere Puig más dinero, para seguir invirtiendo el doble en la provincia de Valencia que en la Alicante?
Cuando Puig habla como habla de la Comunidad Valenciana debería ser coherente y reconocer los agravios que la provincia de Alicante sufre a diario por parte de su Gobierno Botánico. ¿O es que en su concepto de "pueblo" hay "vecinos" de primera y de segunda? Por suerte, los ciudadanos -que no los sujetos de un "pueblo"- pueden decidir cada cuatro años quién ha gobernado en su favor y quién en su contra.