El presidente de la Diputación de Alicante y presidente regional del PP, Carlos Mazón, ha logrado situarse en hipódromo de salida de las próximas elecciones autonómicas (algo que no sucedió ni con Alberto Fabra ni con Isabel Bonig) con un mensaje de reivindicación de Alicante frente al de la hegemonía de Valencia sobre el resto de la Comunidad que encarna Ximo Puig en el PSPV.
El diputado nacional Alejandro Soler (PSOE) ha sabido recoger el guante y hacer lo propio de forma orgánica dentro del socialismo valenciano. Tras un año trabajando comarca por comarca y agrupación por agrupación, ayer recogió los frutos. Seiscientos militantes entre los que destacaban importantes referentes locales como Rubén Alfaro (Elda), Vicente Arques (L'Alfàs) o Fulgencio Celdrán (Villena), arroparon su candidatura.
La provincia de Alicante lleva años (tanto con el PP como con el PSOE) elevando la voz por el agravio en inversiones: el último, situarse en la cola de los Presupuestos Generales del Estado. Una situación que Puig ha prometido mejorar con los Fondos Europeos y el Presupuesto de la Generalitat, aunque desde la provincia se observa con escepticismo.
Un nuevo PSOE
La pelota está ahora en el tejado de Puig. Cuando convoque el Congreso Provincial puede ir a la confrontación en las urnas con un candidato oficialista como el actual portavoz en la Diputación y alcalde de Alcoy, Toni Francés, o pactar una lista con Soler. Ha dejado al alcoyano fuera de la dirección autonómica, lo que se interpreta como un signo claro de que le quiere en su proyecto provincial.
El proyecto de Soler garantiza la lealtad con Puig pero reivindica la "autonomía" del socialismo alicantino para tomar las decisiones que le atañen y generar sus propios liderazgos. En los últimos tiempos han estado a la cabeza del proyecto dos grandes alcaldes valorados por sus compañeros como José Chulvi (Xàbia) y Francés, pero siempre bajo el abrigo del aparato valenciano. Seguramente, por la falta de ambición personal de ambos en la política más allá de su término municipal.
Ya se encargó ese aparato de cortar de raíz cualquier intento de nuevos liderazgos provinciales ajenos a lo que entonces se conocía como Blanquerías (calle donde estaba la sede autonómica). Así sucedió, por ejemplo, cuando desmanteló el sector de David Cerdán acallando cualquier voz crítica coopando algunas (como con Ana Barceló o Toñi Serna) o invisibilizando al propio secretario general provincial.
Con Soler hay un intento de dar el último salto de toda una generación de socialistas alicantinos que se han chocado contra el techo de cristal impuesto por el aparato. Dirigentes con 40 y 50 años que no quieren permanecer inmóviles, como simples palmeros de Puig esperando que éste les coloque una alguna lista electoral.
Si Puig decide dejarse llevar podría incluso sacar algún beneficio de ello, como restar poder al líder en la sombra del socialismo alicantino Ángel Franco o la muñidora acuerdos en varias comarcas, Toñi Serna. En cualquier caso, no le resultará fácil porque son muchas las dinámicas enquistadas en el socialismo alicantino.