Alicante

La remodelación del Consell que Ximo Puig planea para la recta final de la legislatura tiene un nombre en común en todas las quinielas: Ana Barceló, la consellera de Sanidad, cuyo futuro podría pasar por ganar proyección en Alicante de cara a armar una candidatura que arrebate la Alcaldía al PP en la ciudad.

Barceló ya fue secretaria general del PSPV en la provincia y conoce bien su funcionamiento interno, aunque en esta ocasión tendría el contrapeso de Alejandro Soler, quien ganó las elecciones internas al candidato de Puig, Toni Francés. Pero el campo de actuación de Barceló sería la ciudad de Alicante, que lleva décadas enquistada en un ciclo de autodestrucción bajo la batuta de un único hombre, el exsenador socialista Ángel Franco. 

El histórico dirigente es una máquina de triturar candidatos. La mejor prueba es lo que ha sucedido con la apuesta personal de Puig para las municipales de 2019, el que fuera director del Teatro Principal, Francesc Sanguino. El dramaturgo perdió las elecciones (ni siquiera fue la candidatura más votada), y el aparato del PSOE local ha acabado por devorarlo hasta convertirlo en poco menos que una sombra. 

De hecho, y como ya informó EL ESPAÑOL, la situación actualmente en el grupo es esperpéntica: en las notas de prensa que envía Sanguino no aparece por ninguna parte, y el número 1 de la candidatura se está viendo obligado a enviar sus propios comunicados por otros canales.

En este sentido, una de las ventajas de Barceló (y no pequeña, precisamente) sería precisamente esa. Sus relaciones con Franco no son malas, y además cuenta con un peso en el partido que le daría autoridad frente a las maniobras del exsenador.

No se trata solo de que contase con el apoyo total de Puig (muchos otros lo han tenido y al final el PSOE de Alicante ha acabado por destruirlos), es que la consellera cuenta con las tablas para esquivar las balas internas durante tiempo suficiente como para no dinamitar la candidatura antes de llegar a las elecciones.

Otro escenario muy diferente se daría de no ganar, donde muy probablemente habría un pulso con Franco a la hora de organizar el trabajo desde la oposición. 

La gestión sanitaria

El problema es que las buenas noticias para Barceló acabarían ahí. Las broncas en la gestión de la Conselleria de Sanidad, con varias sentencias en contra por desproteger a los médicos, han sido especialmente acentuadas en la provincia de Alicante, con puntos calientes como Alcoy o Torrevieja con el personal sanitario exigiendo dimisiones por la deficiente gestión del servicio. 

En el caso de Alicante ciudad, PP y Cs cuentan con la baza del abandono en la creación de nuevas infraestructuras sanitarias: la Conselleria no ha hecho ni un solo centro de salud en la capital en los últimos ocho años.

Esto, unido a la condición de Barceló como candidata paracaidista (es natural de Sax, donde fue alcaldesa) reforzaría el relato de "parche de última hora" que sus rivales podrían utilizar para desacreditarla. Y como colofón, quedarían temas como el agua, la tasa turística o la escasa inversión per cápita en los Presupuestos Generales del Estado, que lejos de arreglarse en esta legislatura han sufrido un retroceso importante.

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