A mediados del pasado mes de marzo, la borrasca 'Celia' llenó la provincia de Alicante de polvo sahariano. No es algo nuevo. Según los estudios de la NASA, "cada año, más de 100 millones de toneladas de polvo salen volando del norte de África, arrastradas desde el desierto del Sahara por los fuertes vientos estacionales. Al menos unas pocas veces al año, los vientos fuertes y persistentes del sur empujan el polvo del Sahara hacia el norte, hacia Europa".
Sin embargo, la de marzo fue considerada una de las tormentas de arena más intensas y extensas de la última década. Las concentraciones de polvo sahariano PM10 subieron rápidamente superando los 40-50 μg/m3 afectando principalmente al sureste peninsular.
La página web de la NASA muestra una infografía de cómo se produjo este fenómeno atmosférico del pasado mes de marzo. Un temporal especialmente duro por el incremento de precipitaciones después de un largo periodo de sequía.
Según explican los científicos de la agencia espacial, "el polvo desempeña un papel importante en el clima y los sistemas biológicos de la Tierra, absorbiendo y reflejando la energía solar y fertilizando los ecosistemas oceánicos con hierro y otros minerales que las plantas y el fitoplancton necesitan para crecer".
"Pero tales eventos pueden disminuir la cantidad de luz solar que llega a la superficie a través de la reflexión y la absorción, afectar la formación de nubes y disminuir las temperaturas. El polvo puede degradar la calidad del aire y tener efectos negativos para la salud", añaden.
Polvo y vapor de agua
El científico atmosférico del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA y la Universidad de California, Bin Guan, explicó entonces que "la misma dinámica atmosférica que da lugar a un río de vapor de agua, específicamente los vientos fuertes, puede actuar para recoger y transportar el polvo a medida que la tormenta avanza por las zonas desérticas".
De hecho, tal y como recoge su estudio, "en un evento de polvo de 2021", Guan y sus colegas descubrieron que "la deposición de polvo oscurecía la nieve en los Alpes, lo que disminuía la reflectancia o albedo de la nieve en un 40 por ciento y calentaba la superficie. Juntos, esto redujo la profundidad de la nieve en los Alpes a la mitad en menos de un mes".
La tormenta de marzo de este año llevaba más polvo que vapor de agua, dijo Guan: "El río de vapor de agua sobre el norte de África no parece ser particularmente fuerte en comparación con el año pasado; después de todo, es una región árida”.