Alicante

Tres son las obras que el arquitecto catalán Ricardo Bofill dejó en Calpe: la más reconocible es la Muralla Roja, un edificio que ha servido de inspiración para múltiples obras de ficción (como 'El juego del calamar') y que tendrá su propio sello en 2023 para conmemorar su 50 aniversario. Los otros dos son el Xanadú, un inmueble de 18 apartamentos ubicado también en la urbanización de La Manzanera, y su club social, que reposa a los pies de la construcción, prácticamente dentro del mar. 

Se construyó en los años 70, en primerísima línea de playa y con piscinas de agua marina. Lo gestionaba la familia Ortenbach, una de las más conocidas de esta localidad de la alicantina Marina Alta, hasta que renunciaron a la concesión de Costas en 1989. Entonces se abandonó y quedó cerrado. La naturaleza empezó a reclamar poco a poco lo que le pertenecía.  

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El club social se fue deteriorando con el paso de los años, hasta que en 1997 el Ayuntamiento pidió una nueva concesión para rehabilitar la estructura como centro universitario de Ciencias del Mar. A pesar de conseguirla, se deja sin consignación presupuestaria y el deterioro continuó durante otra década. La tercera obra de Bofill en Calpe languidecía llena de pintadas y humedades. 

En 2011 Costas da un ultimátum al Ayuntamiento: o hace algo con el club social o quita la concesión. El lugar se había convertido en un sitio incómodo para los vecinos por su abandono. Tres años después el consistorio pide que se declare Bien de Interés Cultural (BIC), junto a la Muralla Roja y al Xanadú. Renuncia al proyecto de centro universitario y pretende rehabilitar el inmueble, incluyendo una pasarela para hacerlo accesible. 

Imagen de archivo del club social, cuando tenía actividad en los 70 y 80.

Los problemas llegan cuando se solicita la autorización para hacer las obras. El Gobierno exige un informe del impacto ambiental de la obra. En 2015 la Conselleria dice al Ayuntamiento que para rehabilitar el edificio y hacer una escollera de protección habría que hacer una evaluación de impacto ambiental simplificada.

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Básicamente es necesario medir el impacto sobre la flora (la posidonia del fondo marino) y, muy especialmente, la fauna. Resulta que en esta zona viven colonias de vermétidos, unos moluscos que se han extendido por las rocas desde que se abandonó la estructura, por lo que cualquier trabajo que se haga en contacto con el agua les podía afectar directamente. El Ayuntamiento asume que no tiene dinero para sacar adelante el proyecto y, de nuevo, se queda parado.

Interior del club social.

El nuevo proyecto

En 2019 entra un nuevo equipo de Gobierno que dota económicamente a las obras previstas. En concreto, 1,5 millones de euros, según explica a EL ESPAÑOL el concejal de Urbanismo de Calpe, Juan Manuel del Pino. Se llega incluso a hacer una licitación, aunque en el pliego se especifica que es necesario el visto bueno de la Conselleria. 

Esto hace que finalmente la empresa adjudicataria desista del proyecto. La obra perdida de Bofill parece cada vez más lejos de restaurarse. 

Zona del agua, pegada a la estructura, ocupada por los caracoles marinos.

El consistorio plantea entonces una última modificación: renunciar a la pasarela y a la escollera para no afectar a la fauna y ceñirse a la rehabilitación del edificio. "Hemos modificado el proyecto y retranqueado los límites de la construcción para rebajar en seco y no tocar el agua", explica Del Pino. Costas alude a la Conselleria, quien esta vez "parece ver la obra con buenos ojos". 

El remate ha sido un informe del instituto de ecología litoral de Alicante, recibido esta misma semana, que certifica que con las modificaciones no hay ningún tipo de incidencia en la posidonia o los vermétidos. Todos los trabajos se harán con una grúa, desde la superficie. Precisamente por este motivo el presupuesto es muy similar al que se aprobó inicialmente, "debido a las dificultades logísticas". 

El Peñón de Ifach visto desde dentro de la estructura, en la actualidad.

¿Posibles problemas? "Probablemente la accesibilidad, al ser un edificio que tendrá un uso público necesita ser accesible, pero hemos tenido que renunciar a la pasarela aunque nuestra intención es hacer en el futuro un ascensor", indica el concejal de Urbanismo. También alude a una excepción contemplada en la Ley, que dice que cuando el edificio "sea de especial interés cultural o patrimonial" podría quedar exento de este tipo de trabajos. 

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Ahora es necesario que Conselleria dé su visto bueno para que Costas vuelva a dar la concesión y (esta vez sí) el club social que Ricardo Bofill construyó en Calpe recupere su antiguo esplendor. La intención del Ayuntamiento es ahora hacer un aula de la naturaleza, aprovechando su cercanía al mar.