Expertos del Instituto de Ecología Literal de Alicante (IEL) han advertido del daño provocado este verano por las anclas de las embarcaciones en los fondeos sobre las praderas de posidonia oceánica, unas zonas especialmente protegidas por tratarse de una especie esencial para el ecosistema Mediterráneo.
"Los fondeos de los barcos provocan el aplastamiento, la ruptura de hojas por el arrastre de la cadena, la muerte de individuos y la apertura de claros en la pradera", ha alertado a Efe el científico del Área Marina del IEL Santiago Jiménez sobre uno de los principales problemas a los que se enfrenta esta especie y que ocurre mayoritariamente "en pequeñas calas", algo que aumenta en esta época del año.
De acuerdo con un informe de la fundación Aquae, se calcula que en las agrupaciones de Posidonia, que van desde la superficie a los 40 metros de profundidad, habitan más de 400 tipos de flora distinta y mil especies de fauna.
"En España su extensión está alrededor de 1.159 kilómetros cuadrados, 300 de los cuales, un 25% del litoral mediterráneo, estarían en la Comunidad Valenciana", ha explicado el biólogo marino, quien ha asegurado que "constituye uno de los ecosistemas más productivos del mar".
Una especie en peligro
"En Valencia y Castellón las praderas han sufrido una importante regresión en las últimas décadas", ha indicado el biólogo, que asegura que esto es debido a los impactos que causan algunas de las distintas actividades llevadas a cabo por las personas, lo que ha causado "amplias superficies cubiertas por mata muerta".
Al anclaje diario de cientos de embarcaciones se le suman otras amenazas, como los efectos producidos por las obras costeras, como las de diques o puertos, la contaminación por vertidos, la pesca y la entrada de especies exóticas e invasoras en el Mediterráneo.
Jiménez ha resaltado que "la pesca de arrastre es una de las mayores causantes de la regresión de las praderas" al tratarse de "una práctica ilegal que ha causado la destrucción mecánica de importantes extensiones de esta planta".
El cambio climático es otra de las amenazas para la posidonia en el Mediterráneo a largo plazo, y, aunque no se sabe a ciencia cierta como afectará, "se ha llegado a relacionar eventos de calentamiento extremo del mar con un aumento de la mortalidad de la especie".
Medidas de protección
"El ecosistema que forman estas praderas está protegido a nivel europeo", ha indicado el biólogo marino, quien ha añadido que "Baleares y la Comunidad Valenciana han dado un paso adelante mediante decretos de protección".
Otras medidas que, a juicio del investigador, pueden ser importantes son la ordenación y gestión del turismo náutico instalando fondeos ecológicos, el desarrollo de protocolos de buenas prácticas y programas de vigilancia para cumplir las normativas.
Son unas iniciativas que se suman a las ya existentes, como la app 'Projecte Posidònia', presentada la pasada semana en Xàbia (Alicante) y que alerta de las zonas protegidas por la presencia de esta planta. "Es también crucial el desarrollo de redes de seguimiento del estado de las praderas, como el proyecto POSIMED, implementado por el IEL desde el año 2001, así como campañas de sensibilización ciudadana", ha concluido Santiago Jiménez.
Esencial en el Mediterráneo
Una de las mayores aportaciones que la posidonia hace es la oxigenación del mar ya que cada metro cuadrado de pradera puede llegar a generar entre cuatro y 20 litros de oxígeno diarios, algo que sumado a su absorción de CO2, resulta importante para regular los niveles de ácido del mar.
Aun así, Jiménez ha explicado que "desde los años 60, la extensión de Posidonia oceánica ha disminuido entre un 13 y un 38 %", algo que ha hecho que haya disminuido la cantidad de CO2 que captura.
Otro de las funciones más importantes y que, según el biólogo, "parece ser una molestia para los bañistas" es la acumulación de las hojas de esta planta en la orilla, un hecho que protege la playa porque "amortigua el impacto de las olas, evita la pérdida de arena y la regresión de la línea de costa".