Alicante

En el Vall de Gallinera de Dénia, concretamente en Llombai, un pueblo que ha estado abandonado durante 45 años, vivió Stefan Gregor, su último vecino. Conocido como 'el nazi de Llombai', Stefan se convirtió en el último habitante del lugar, repoblado recientemente por unas pocas familias, donde llegó despertando la curiosidad de sus habitantes tras la Segunda Guerra Mundial.

Los habitantes de esa zona de la provincia de Alicante se sorprendieron mucho de la llegada de un hombre trajeado en un gran coche Mercedes a un pueblo por el que apenas pasaban autobuses que conectaban las poblaciones cercanas.

Según la revista alemana Springel, este misterioso extranjero fue mariscal de un crematorio en un campo de concentración de Hitler, sin que se hayan confirmado estos hechos, su extraño comportamiento y los datos recogidos lo colocan como sospechoso.

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En Llombai, el núcleo más pequeño de los ocho pueblos, se construyó una casa en lo alto de la atalaya rocosa de Penya Grossa, al lado de los restos del castillo de Benissili, para alejarse de los curiosos que preguntaban por su pasado y desde donde podía vigilar los caminos y ver el mar desde las alturas.

El 'nido', como se llama a la antigua residencia del mal llamado 'alemán', tenía un acceso muy complicado, perfecto para refugiarse y huir de sus posibles crímenes de guerra. Tanto es así que el general nazi tenía que utilizar burros para poder subir comida y objetos desde el pueblo a su guarida, ahora convertida en punto de paso para los montañeros.

Del coche con el que llegó no quedaba rastro, ya que lo sepultó en un corral. Enloquecido y desquiciado por si llegaban sus temidos captores que le harían pagar por los horrores cometidos en los campos de exterminio, esperó arriba de la montaña hasta quedarse solo y convertirse en el único habitante del pueblo.

Un reportaje publicado en la revista Interviú en el año 1981 sobre los nazis que iniciaron en España una nueva vida calificaba a Stefan como uno de los camuflados más importantes del régimen. El artículo incluso afirmaba que el propio Papa Pío XII fue quien le ayudó a conseguir la documentación necesaria para poder esconderse en España.

Muerte y jeroglíficos 

De costumbres raras, andaba descalzo, se colaba en huertos ajenos y era amable con algunos vecinos mientras a otros les gritaba, 'el nazi de Llombai', nacido en la antigua ciudad yugoslava de Ivankovo, según los datos más recientes, falleció solo en su casa de la montaña un 12 de diciembre de 1977. Moría así el hombre misterioso que comía con vajilla de plata en un pequeño lugar de La Marina Alta. 

Tras su muerte a los 63 años de edad se descubriría otro aspecto inquietante del extranjero. En su pequeña casa fueron encontrados unos extraños jeroglíficos con diferentes formas humanas meticulosamente dibujadas que aún nadie ha sabido descifrar y en los que repetidamente se podían leer las palabras Kremlin y Rasputín.

Enterrado por católicos, se fue sin que nadie supiera quién era con seguridad ni qué hacía en su nido, ahora en ruinas. Junto a un puñado de pesetas y garabatos descansa con el nombre de registro Esteban-Gregor Raiter Riter-Rister bajo una lápida que reza: "El Señor está con nosotros, misteriosos son sus caminos".