La costa de Alicante esconde en las profundidades del mar monedas de oro, joyas romanas y hasta restos de buques hundidos que dan pistas de grandes sucesos históricos que ocurrieron en la superficie.
El Vilamuseu expone desde la semana pasada el ancla del pecio británico D.A. Gordon, hundido cerca del litoral de Villajoyosa en la Primera Guerra Mundial. Este recuerdo de 1,6 toneladas de peso es una de las piezas que quedaron en el fondo marino como consecuencia de unos ataques que convirtieron las aguas alicantinas en un campo de batalla.
El buque británico estaba destinado al transporte de productos como carbón o grano y fue dañado fatalmente el 11 de diciembre de 1917 mientras realizaba el trayecto de Marsella a Melilla. El verdugo fue el submarino alemán U-64, que encontró en esta zona del Mediterráneo un coto de caza en lo que era por entonces una ruta de tránsito segura utilizada por los barcos mercantes aliados.
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Durante el conflicto, España se declaró país neutral y es por eso por lo que sus aguas territoriales, hasta tres millas de la costa, fueron muy utilizadas por los mercantes aliados como punto de paso, como se recoge en el artículo Pecios de la Gran Guerra de la Revista Canelobre, número 72, escrito por Terencio Pérez y Alejandro Pérez.
Los especialistas del centro de buceo Alisub explican que en aquella época se consideraban aguas tranquilas para los barcos que evitaban el ataque alemán. "Los buques de mercancías navegaban, cuando era posible y dependiendo de la orografía costera, haciendo cabotaje, trazando así rutas lineales entre los cabos más prominentes de la costa", indican.
La calma terminó con la presencia del submarino alemán del teniente de navío Robert Morath. El U-64, un U-Boot oceánico construido entre 1915 y 1916, cubrió el lecho marino cercano a Villajoyosa con seis buques hechos trizas, cuatro de ellos en apenas unas horas.
La nave alemana olió sangre y se acercó a una zona segura hasta el momento. Los días 10 y 11 de diciembre de 1917 fueron hundidos los mercantes aliados Owasco (Estados Unidos), Crathorne (Noruega), D.A. Gordon (Reino Unido) y Minorca (Reino Unido), a pocas millas de La Vila en un periodo de cuatro horas.
Los dos primeros barcos hundidos fueron el norteamericano Owasco y el noruego Crathorne mientras iban rumbo a Sicilia. El primero transportaba 50.000 barriles de gasolina y pasaje que según el artículo podrían ser tropas estadounidenses, y el Crathorne llevaba harina.
El escrito afirma que el U-64 los atacó entre las 23:00 horas del 10 de diciembre de 1917 y las 00:00h del día 11. "Parece ser que el primero en irse a pique fue el Owasco, según relató un tripulante al periódico New York Times (publicado el 25 de enero de 1918), 'se hundió ardiendo como una antorcha en apenas 15 minutos después del ataque'", resaltan.
Horas después llegaría el turno de los británicos. En el libro escrito en 1933 por Robert Morath, El Lobo de Mar, el comandante del submarino alemán menciona los episodios vividos en la provincia. "En Alicante hundimos cuatro de los nueve barcos avistados, incluyendo los tres primeros en la madrugada anterior y el cuarto en la noche siguiente. Ya habíamos estado antes en la zona del cabo de las Huertas y sabíamos que era una posición particularmente favorable cerca de un faro. La tripulación al completo recordaba un buen punto de acecho a unas cuatro millas de tierra", escribía.
Unos meses más tarde, en febrero de 1918, en su séptima patrulla en aguas españolas, el U-64 hundió otros dos mercantes de bandera italiana, el Participation y el Caprera. Los seis descansan a una profundidad entre 60 y 80 metros y fueron parte de las 45 víctimas que el submarino hundió durante la Gran Guerra.
En total, hizo inservibles 129.000 toneladas de barcos aliados, siendo además "el autor del hundimiento del barco de guerra más grande hundido por un submarino durante la Primera Guerra Mundial, el acorazado francés Danton, con 20.000 toneladas de desplazamiento", apunta la Revista Canelobre.
Destrucción del submarino
La alegría que llegó con su destrucción fue proporcional a los destrozos causados, ya que era un dolor de cabeza para los aliados. Se le dio caza el 17 de junio de 1918. Fue detectado en pleno combate durante su octava patrulla de guerra, y se le sometió con "un intenso ataque con cargas de profundidad por la corbeta británica HMS Lychnis, en un punto entre Sicilia y Túnez, a unas 64 millas náuticas, al norte de Bizerta".
Los graves daños causados en la estructura obligaron al capitán a soltar lastres y subir a la superficie, donde se encontró con un feroz fuego de ametralladoras que lo hicieron hundirse "casi en el acto". Gran parte de la tripulación se fue con él a las profundidades. Tan solo cinco de las 38 personas a bordo salvaron la vida, entre ellos, Robert Morath. Y todos fueron capturados y llevados a un campo de concentración hasta el final del conflicto.
Después de la guerra, el teniente de navío cambió el mar por los estudios, se doctoró en Economía y escribió sus memorias, donde reconoce que el faro de cabo de las Huertas le sirvió de guía para sus ataques, como destaca el portal de historia Alicantepedia. El descanso duró hasta la Segunda Guerra Mundial, cuando fue llamado para luchar con los nazis. Combatió en Noruega y fue capturado por los soviéticos en el 1945 hasta 1948. Falleció en 1956 a los 71 años de edad.