Alicante

La industria textil siempre ha sido la seña de identidad de Alcoy y ha opacado la importancia que tuvo la fabricación de papel en la población alicantina, que llegó a conquistar América con el abastecimiento de las colonias españolas con miles de envíos desde la provincia.

Los primeros papeles se hacían con molinos de batán alimentados por la fuerza del rio Molinar. Los saltos de agua de su cauce pasaron de usarse en la agricultura a emplearse para abrir una nueva oportunidad económica con el primer molino dedicado al papel, el de los hermanos Albors, que data del 1755.

El recorrido natural del río fue modificándose para que pasara por los molinos y al final cada fábrica tenía su propio salto de agua. Tan solo 25 años después de la primera licencia brotaron una veintena de ellos que pusieron a rodar una fabricación que daría el salto al Nuevo Continente.

[Los uniformes 'made in Alcoy' que vistieron los soldados americanos en la Guerra de Independencia]

El producto estrella era el papel de fumar, pero también se creaba papel de estarza, papel de escribir y cartón. En sus inicios, antes del librito moderno, el papel se suministraba en hojas grandes que tendrían que cortarse o romperse para ser utilizadas para fumar. 

Cajetillas de papel de fumar autóctonas como el 'Papel Bambú' alcanzarían una fama internacional y encontraron en los territorios españoles en América a fumadores a los que abastecer con el entonces llamado "papel de encigarrar" y con el que sacar todo el partido a la planta.

El catálogo de los fabricantes de papel de fumar comenzó a extenderse y el abanico se extendió a los fabricados con algodón, hilo, cáñamo, paja de trigo o arroz. Así como por el aroma, que podía ser balsámico, de regaliz o de caña de azúcar, entre otros.

"Con el objetivo de cumplir una política económica basada en monopolios,

en las Indias estaba prohibida la fabricación de papel, decisión que favoreció directamente a la industria papelera alcoyana, ya que la demanda de papel de los territorios españoles en América", señala el estudio Alcoi a América de Jordi Ortiz Gisbert.

Desde 1769 van creciendo las cantidades demandadas a la vez que van surgiendo nuevos molinos con los que seguir el ritmo de la creciente demanda. Uno de los destinatarios era la Real Fábrica de Tabacos de México, a donde se enviaban gran parte de las millones de resmas (unidad de medida de veinte manos de papel) que salían de Alcoy, que acumularía 34 molinos papeleros para finales de la década de 1780.

La Guerra de Independencia entre los insurrectos americanos y el Reino de Gran Bretaña pasó factura en 1782 y la exportación de productos de la Real Hacienda decrecieron considerablemente.

El organismo de la monarquía creado para la estructuración de temas relacionados con la economía en todo el imperio, que se encargaba de los envíos y los impuestos del papel, tan solo envió 55.000 resmas en el 83, cuando dos años antes superaban las 100.000.

La posición del pueblo, en el interior y rodeado de montañas, complicaba los envíos, que se tenían que hacer desde el puerto de Cádiz, que vivía sus mejores días, al que llegaban las mercancías a través del de Villajoyosa. Los malos caminos de la época obligaban a transportar los materiales tirados por burras por enrevesadas rutas hasta el puerto alicantino.

El siglo XVIII es considerado el siglo de oro de Cádiz porque desde la ciudad andaluza se trazó un puente con Hispanoamérica, llegando a acumular el 71 % de las exportaciones, entre las que se encontraban el papel y los paños alcoyanos. 

"Es América, sin duda alguna, una tierra en la que la industria alcoyana se

encontró con una demanda que supo suplir. Tal vez, si no se hubiera comercializado tanto con América, Alcoy no hubiera conseguido el esplendor industrial que alcanzó en los siglos XIX y XX", recoge el estudio.

La oportunidad americana impulsó la industrialización y la colocó a la vanguardia en España en este campo, aumentando su potencial y creando una clase burguesa que invertiría en el crecimiento de la ciudad.