"No sabemos cuándo podremos volver a casa". Cuando se cumplen seis días desde el paso del violento ciclón 'Chido' por el archipiélago francés Mayotte, el ánimo de dos profesoras alicantinas en la isla, Nuria García y Candela Cortés, empieza a decaer. Ambas se encuentran bien físicamente, pero como otras decenas de españoles están atrapados, a la espera de que reabra el único aeropuerto de la isla.
Francia activó el pasado miércoles la declaración del estado de calamidad natural excepcional en Mayotte tras el paso del peor temporal del siglo que ha dejado más de una treintena de muertos, una cifra que se espera que vaya subiendo cuando aparezcan nuevos desaparecidos.
Esta isla del océano Índico, que está próxima a Madagascar, cuenta con una población de 320.000 habitantes, de los cuales un tercio viven en chabolas. Según el Ministerio de Asuntos Españoles, unos 45 españoles aparecen inscritos en el Registro de Matrícula Consular.
Otras fuentes apuntan a que podría haber unos 70 españoles viviendo en la capital, Mamoudzou. Además, siete de ellos son naturales de la provincia de Alicante.
Fuentes del departamento de José Manuel Albares explicaron a Europa Press que el Consulado General en París "está en contacto con la colonia española y confirma que, por el momento, todos están bien".
Atrapadas en Mayotte
Dos de las alicantinas que trabajan de profesoras de español en Mayotte, Candela Cortés y Nuria García, han explicado a EL ESPAÑOL de Alicante cuál es la situación actual en la isla. También se quejan de la falta de información sobre cuándo podrán regresar a casa, a la vez que aseguran que nadie del Ministerio se ha puesto en contacto con ellas para preocuparse por su estado.
"Nuestra casa está bien, hemos tenido suerte en este sentido", comenta Candela, quien asegura que su vivienda no ha sufrido daños graves, algo que no ocurre con muchas otras en la isla. "Hay techos arrancados, ventanas destrozadas y muchas personas que vivían en chabolas han perdido absolutamente todo. Sus casas han volado por completo", explica.
Aunque han recuperado la electricidad en su edificio, algo que consideran un alivio porque les permite cargar los teléfonos y mantener el contacto con sus familias, todavía no tienen agua. "No tenemos agua corriente, y conseguir agua embotellada es un problema", afirman.
Aseguran que queda poca agua potable en la isla. "Los supermercados pequeños sí que tienen de sobra, pero cuesta el doble de dinero que hace unos días", explican.
Miedo e inseguridad
La inseguridad también es una constante en sus días. "Aquí se hace de noche a las seis y media, y salir después de esa hora no es seguro. Un compañero del colegio, que vive cerca, vino a cargar su teléfono porque en su casa todavía no tienen luz. Esto crea un ambiente muy tenso, especialmente en los barrios que siguen completamente a oscuras", añade Candela.
Ambas intentan adaptarse a la situación, pero la frustración es evidente. "Hoy hemos ido al colegio donde trabajábamos para buscar ayuda. Nos dijeron que habría distribución de agua y comida, pero al llegar no había nada. El día anterior llevaron solo siete latas de sardinas para un barrio entero. Es una población muy numerosa, la mayoría vive en condiciones de pobreza extrema y sus casas están devastadas", relatan.
La llegada de las ayudas también parece estar lejos de ser efectiva. "Hoy hemos visto algo de movimiento de policías y bomberos por primera vez, y creemos que puede ser porque ha venido el presidente Macron, pero no hay ningún tipo de gestión organizada. Todo es un caos", comenta Candela. Ambas han intentado ofrecerse como voluntarias para ayudar en lo que puedan, pero no han encontrado ningún organismo que coordine la ayuda humanitaria.
Sin poder volver a casa
En cuanto a su regreso a casa, la incertidumbre sigue marcando sus días. "Nos cancelaron el vuelo de regreso a España para Navidad y no nos han dado ninguna solución. La compañía solo nos ha informado de que el vuelo que teníamos para regresar a Mayotte está cancelado", explica.
A pesar de todo, ambas intentan mantenerse fuertes. "Nosotras estamos bien físicamente, pero a nivel emocional es una montaña rusa. Hay días que parecen más esperanzadores, como hoy que nos ha vuelto la luz, pero otros son muy duros porque no sabemos cuándo ni cómo podremos volver a casa", confiesan.
Nuria García como Candela Cortés se sienten algo abandonadas por su país de origen. Desde el Ministerio se descarta por el momento el envío de un avión para evacuar a los españoles afectados por la catástrofe, como tampoco lo ha hecho por ahora ningún país de la UE.
Estas alicantinas aseguran a EL ESPAÑOL de Alicante que están inscritas en varias listas de españolas en Mayotte, pero que no conocen a nadie que haya sido contactado por las autoridades españolas.
"Nos ha llegado un comunicado en el que ponía que el Ministerio aseguraba haberse puesto en contacto con nosotras. Pero, no es cierto. Nadie se ha puesto en contacto con nosotras ni para preguntarnos cómo estamos ni para saber si tenemos casa o si necesitamos algo", concluyen.
Candela Cortés y Nuria García, que trabajan como profesoras de español en el colegio Nelson Mandela de Doujani enviaron el pasado miércoles un vídeo a sus padres informando de la situación.
También expresaron su frustración por la falta de organización en la distribución de ayudas y la ausencia de información sobre su posible regreso a España. Esto aumenta la preocupación tanto para ellas como para sus seres queridos, que ven poco probable que puedan reencontrarse hasta después de Navidad.