Estamos en los últimos momentos de esta legislatura, a casi 45 días de terminarla y estas son unas palabras de despedida. Seguramente alguien al leer esta líneas esperara algo más frio, más políticamente correcto, siento defraudar, no va a ser así. Digo que no va a ser así porque ocho años de concejal en el ayuntamiento de Alicante marcan, porque mi vida durante este tiempo ha sido mi ciudad.
No puede recordar ni un solo día en el que saliera a la calle para ir de un punto A al punto B y que no fuese parado por alguien, siempre de forma amigable, para pedir que algo se mejorara, también hubo pero menos, mucho menos gente que se les notaba el rechazo (no quiero emplear palabras muy negativas que definirían perfectamente a esos personaje en un texto de despedida alegre). Recordaré todavía el primer día, allá por el 2015 cuando se nos citó, el por entonces portavoz del grupo municipal para que viésemos nuestras dependencias, situadas en la cuarta planta del consistorio.
Teníamos dos dependencias contiguas, en una había tres mesas de despacho, y en la otra dependencia otros dos despachos individuales y una sala con dos mesas más. Después pasamos a La Rambla en unas oficinas que hay situadas encima de conocido bar de montaditos, unos cien más o menos. Luego, ya nos trasladamos definitivamente donde estaba Consumo en el Ayuntamiento, es decir, a espaldas del edificio contiguo al consistorio, el de la calle Jorge Juan, también conocido como el edificio de cristal.
Fueron tiempos donde tomamos conciencia de la responsabilidad adquirida, porque ser nuevo, estar en una lista y salir elegido es una alegría, un honor y un privilegio inmenso, pero tomar consciencia de ello te cambia la perspectiva. El camino ha sido largo, como todo viaje vital y ha tenido de todo, alegrías, desencantos, resiliencia pero sobre todo crecimiento personal en todo los sentidos, mejorando para dar lo mejor de uno mismo.
Así ha sido, dar lo mejor y hacerlo con el cabeza y el corazón que es como concibo la política. La política es: cumplir objetivos, llegar a acuerdos y facilitar la vida en sociedad resolviendo conflictos. Para resolver esos conflictos se necesita tender puentes, consensos y eso se hace con esos dos órganos que nos mueven, la cabeza y el corazón, ahí es donde siempre he estado y estaré.
Me voy con algo de pena porque quedan asuntos, proyectos por poner en marcha, en algunos de esos proyectos me han ocupado y preocupado, no he sabido o no he podido desatascarlos en mi legislatura, pero sé que será en la siguiente, eso espero por el bien de Alicante. No voy a desglosar en esta pequeña tribuna de despedida lo realizado, lo dejo para más adelante donde expondré todos los proyectos llevados a cabo, teniendo en cuenta que para la historia quedara que esta legislatura es la del Covid-19, por lo menos dos años de parón total y de restricciones.
Me voy con la alegría de que he podido aportar mi grano de arena a un área con una importancia solo vista por aquellos que la componen, esto que podría parecer un defecto, es una queja permanente con razón. Imaginen un mundo sin literatura, música, pintura, fotografía, teatro, danza, escultura, cine y toda su industria. Yo no puedo porque ellos, los artistas son los que llenan nuestra vida, de frases, de imágenes y de sonidos.
Solo me queda dar las gracias a gran parte del sector cultural, por su apoyo y ayuda. Entré con visión sesgada de esta área, me voy apreciando un sector a veces incomprendido, desde esta tribuna les muestro mi apoyo a un sector esencial desde mi punto de vista, por lo que aporta a la sociedad no solo en cuanto a prestigio, sino en cuanto a su potencial de retorno económico por quien apueste por ello. Para terminar solo diré, ¡GRACIAS! Desde mi corazón y desde mi cabeza, ha sido un privilegio estar con vosotros.
ANTONIO MANRESA es concejal de Cultura en el Ayuntamiento de Alicante