Alicante

Los resultados de las pasadas elecciones municipales han confirmado el liderazgo del actual alcalde de Alicante, Luis Barcala, en la corporación municipal. El líder popular ha pasado de tener nueve concejales y 39.477 votos a 14 representantes y 59.896, lo que supone un espectacular crecimiento del 51,9 % (20.519). Gran parte de esos apoyos vienen de Ciudadanos, que ha perdido a sus cinco concejales (22.254 votos) para quedarse por debajo de la barrera del 5 % (4.713). 

Barcala se queda así a solo un regidor de la mayoría absoluta de la representación, lo que, en la práctica, anula buena parte del excelente resultado cosechado por Vox, que pasa de tener dos concejales y 8.578 votos a cuatro y 21.083. En este sentido, el alcaldable del PP ya ha dicho que buscará diálogo "con todas las formaciones políticas", no solo con el partido de Santiago Abascal, durante el próximo mandato. 

Y lo cierto es que los números avalan esta estrategia. Por un lado, Barcala no necesita a nadie para su investidura. Si no llega a un acuerdo con otros partidos para que lo voten como candidato será automáticamente alcalde, al haber recibido el mayor número de papeletas en las urnas. La única alternativa es que Vox pacte con la izquierda un candidato alternativo, cosa que obviamente ni se contempla.

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A partir de ahí la cuestión es el día a día, donde los populares sí necesitarán apoyos puntuales externos para sacar adelante determinados asuntos. A pesar de que la Ley de Grandes Ciudades (de más de 50.000 habitantes) relega buena parte de la soberanía municipal en la Junta de Gobierno Local, siempre queda el último paso: los plenos municipales. Asuntos como las ordenanzas, los grandes temas urbanísticos o la economía local necesitan ser refrendados por la mayoría de los 29 regidores que tiene la corporación. 

El primero de estos asuntos son los presupuestos municipales. Vox ya evitó que se aprobasen durante este año, en una estrategia que no se puede decir que le haya salido exactamente mal (al fin y al cabo ha mejorado considerablemente los resultados), pero que supone una deriva peligrosa si se tiene en cuenta el precedente de Madrid. 

Allí la beligerancia de Rocío Monasterio y Ortega Smith a la hora de validar las cuentas ha acabado por dar alas al discurso de los populares, hasta el punto de que han conseguido mayoría absoluta y ya no necesitan a nadie para gobernar autonomía y Ayuntamiento. Alinear el voto con la izquierda supone una estrategia arriesgada para Vox, sobre todo cuando el PP de Alicante ha ganado un concejal en su equipo de Gobierno (si se tiene en cuenta su alianza con Cs en el pasado mandato) y está a un regidor de la mayoría absoluta. 

Así las cosas, lo que queda por ver es la voluntad de acuerdo que tienen el resto de partidos del pleno municipal. Parece muy complicado el beneplácito de Unidas Podemos y Compromís, y el estilo de oposición que desplegará la exconsellera Ana Barceló es una incógnita. Sobre todo teniendo en cuenta que las llaves del partido las sigue teniendo el exsenador Ángel Franco, quien aún tiene que mostrar cómo gestionará la derrota.