El estreno de la película Napoleón, protagonizada por el ganador del Óscar Joaquin Phoenix y dirigida por Ridley Scott, el pasado 22 de noviembre no ha dejado indiferente a nadie. Las licencias históricas que asume el largometraje han provocado una fuerte división entre los espectadores, con mayoría de detractores. Uno de ellos es el catedrático emérito de Historia Contemporánea de la Universidad de Alicante (UA) Emilio La Parra, que critica que no se mencione la campaña española, donde la capital provincial fue crucial.
El historiador reconoce a EL ESPAÑOL de Alicante su descontento: "No me ha gustado en absoluto, no hay nada que se ajuste a la realidad". "Ofrece una visión de Napoleón bastante lejana de la verdad", lamenta. Acerca de la personalidad que se muestra en la película, el experto cree que no tiene nada que ver con la real porque aparece como un hombre muy dubitativo, muy dependiente de otros y sobre todo de Josefina".
El catedrático explica que el emperador francés fue "un individuo muy inteligente y resolutivo y, si bien tuvo una relación muy intensa con Josefina, no hubo la dependencia afectiva que refleja la película". En el apartado histórico, La Parra recrimina que no se mencione a Italia o la Guerra de Independencia de España, lo que definiría en sus confesiones como su gran error, y donde la ciudad de Alicante fue una de las tres grandes poblaciones del país y entre las únicas cuatro de la península ibérica que resistió ante el estratega.
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Aprovechando el reciente lanzamiento, repasa cómo fue la defensa alicantina frente a las tropas napoleónicas. "El 5 de enero de 1812 el ejército liderado por el general Suchet tomó la ciudad Valencia y comenzó a bajar para conquistar todo el reino. Se hizo con Alzira, Cullera, hasta llegar a Dénia, la que más le costó, y otras localidades, terminando en la ciudad de Alicante".
Una vez en la capital provincial, se encontraron con que, preparándose para la llegada, "el barrio de San Antón fue destruido al completo por los propios españoles con el fin de evitar que las casas sirvieran como refugio de los franceses al aproximarse para la hipotética toma del Castillo de Santa Bárbara. Lo único que dejaron fue la fábrica de tabacos, un edificio del siglo XVIII magnífico", señala.
El ejército francés centró sus esfuerzos en el Castillo de Santa Bárbara, a pesar de que "el Castillo de San Fernando se acababa de construir", recuerda el especialista. "Los soldados enemigos llegaron por la tarde y se situaron en el actual barrio de Los Ángeles, un terreno que estaba un poco elevado, y desde ahí lanzaron una serie de cañonazos hacia la fortaleza donde se habían hecho fuertes los aliados".
Victoria en una tarde
La resistencia alicantina no saldrá en los libros de historia por su epicidad, ya que al día siguiente los hombres de Suchet recibieron la orden de desplazarse hasta Cuidad Rodrigo, en Salamanca, para reemplazar a los soldados que habían abandonado la zona para poner rumbo a Rusia, donde Napoleón sufrió su peor derrota.
El vacío dejado en Ciudad Rodrigo, "una plaza fundamental", fue aprovechado por el comandante Wellington y las tropas británicas, portuguesas y españolas que luchaban conjuntamente en la zona. "Esto implicó que Alicante no fuera tomada por los franceses, porque abandonaron el asedio. La defensa fue notable de modo pasivo, porque Alicante no hizo casi nada para contener a los enemigos".
Sin embargo, Napoleón conquistó gran parte de los pueblos periféricos, como San Vicente del Raspeig, Castalla, Onil, Cocentaina, Orihuela... Y aunque nunca se sabrá qué hubiera pasado si hubiesen mantenido el ataque en Alicante, el historiador afirma que "la ciudad hubiera casi con total seguridad, porque no estaba bien guarnecida en esos momentos".
Así, Alicante, Cádiz, y Cartagena, en España, y Lisboa, en Portugal, fueron las únicas grandes poblaciones que soportaron el paso de las fuerzas del emperador. En el caso alicantino, esto le supuso convertirse en un punto clave.
"Alicante se mantuvo libre del dominio francés y la ventaja es que tiene puerto, que fue utilizado por los aliados de España, en ese momento ingleses y sicilianos, para traer tropas que fueron fundamentales para engrosar los efectivos", apunta el catedrático de la UA, quien añade que "esos soldados son los que contribuyeron en la victoria de la segunda batalla de Castalla".