Alicante

Pidió que le encerraran después de confesar que había acuchillado a un hombre con tal violencia que rompió el cuchillo intentando matarle. Esta es la historia del hombre que acudió armado al menos dos veces a una playa de Alicante donde hombres buscan sexo anónimo y cómo escaparon dos víctimas de sus deseos homicidas.

Las cuatro paredes que quedan en ruinas de una casa sobre las dunas de la playa del Saladar entre Urbanova y Arenales son un punto de encuentro para hombres gais que buscan relaciones sexuales con otros desconocidos. Es un lugar apartado al que normalmente se va en coche desde esas populosas urbanizaciones para disfrutar de sus tranquilas y reconocidas playas

Y hasta allí fue el ahora condenado a doce años y seis meses en un centro psiquiátrico penitenciario "con intención de hacer daño a alguien al azar". Así es cómo lo recogen las declaraciones que realizó a la Policía Nacional tras confesar que había asaltado a un hombre de 68 años. 

No era la primera vez que lo intentaba, como él mismo aseguró a los agentes que le detuvieron. Meses antes de mayo de 2023 había acudido a ese mismo lugar, armado también con un cuchillo. En esa ocasión se encontró con otro hombre al que intentó atacar y le llegó a producir un corte en la mano. Esa fue la confesión que realizó a los agentes. Por esos hechos afirmó que estuvo detenido en comisaría, aunque no hay constancia de ello.

De la que sí hay es el testimonio de un joven que se cruzó por dos veces con él la tarde del 30 de mayo en que cometió el crimen por el que ha sido recientemente juzgado en la Audiencia de Alicante. Este había llegado con su turismo al descampado que sirve de aparcamiento para ir a la playa.

Sobre las 19:30 horas la zona estaba tranquila y este joven se acercó a la casa en ruinas. Allí se encontró con el ahora arrestado que le hizo gestos explícitos que invitaban a mantener relaciones sexuales con él. Este, que le describió como "un hombre de unos cincuenta años", cuando en ese momento tenía cuarenta y dos, rechazó la proposición y pasó de largo.

El joven decidió volver a su vehículo y sentado en él empezó a consultar aplicaciones que facilitan encuentros sexuales mediante la geolocalización, como pueden ser Grindr o Wapo. El procesado decidió insistir de nuevo con él y se le acercó. Con la ventanilla bajada, le preguntó si tenía fuego. El conductor, rechazó por segunda vez el contacto y decidió subir la ventanilla.

El condenado volvió a la caseta derruida donde esta vez se encontró con otro hombre de 68 años. El pretexto del fuego para un cigarrillo le permitió establecer una conversación a la que este hombre accedió, pero apenas fueron unas palabras ya que sacó del bolsillo de su chaqueta el cuchillo que había escondido todo ese tiempo para atacar y se lo hundió en la clavícula "con intención de matarlo".

La sentencia hecha pública esta semana, y a la que ha tenido acceso Efe, detalla la brutalidad con la que se ensañó con el hombre de mayor edad. Le cogió de la mano para agarrarlo y hundió repetidamente el cuchillo en el tórax, la clavícula, la garganta y hasta en la frente, donde se rompió la hoja del arma. A pesar de esa violencia, la víctima consiguió zafarse y huir.

La detención

El anterior joven que le había rechazado dos veces seguía en su vehículo, esta vez hablando con su padre por teléfono, cuando vio la terrorífica escena del agresor con la cara y la camiseta llena de sangre "bajar como un zombi" desde la caseta tras la víctima que huyó en un ciclomotor. 

La rápida acción de la Policía Nacional tras recibir el aviso del 091 desplegó sus efectivos de seguridad más los sanitarios en la zona que culminó con la localización del arma agresora y la detención del autor, de nacionalidad española. Este en su confesión posterior a los agentes pidió que le "encierren" y no le dejen salir a la calle, ya que es un peligro para la sociedad. Un año después es eso lo que ha decretado el tribunal de la Sección Décima de la Audiencia de Alicante.