Una llamada de teléfono o un whatsapp pueden iniciar una historia de terror de estafas y extorsión. Así alerta la Policía Nacional en Alicante de un tipo de delito que empieza de esta manera: "Has hecho perder el tiempo a mis chicas y mis jefes están muy disgustados contigo".
A muchas personas este tipo de mensajes no le dirá nada, pero en la provincia de Alicante hay un grupo de personas a los que sí les llega otro sentido de ese mensaje: los clientes del sexo pagado o quienes se han interesado por páginas con contenido para adultos.
En realidad, ese tipo de mensajes o llamadas se envían de forma indiscriminada a cualquier número. Los estafadores no saben quién lo va a recibir, pero sí saben que quien contesta será su próxima víctima.
Y por eso la Policía Nacional recalca la importancia de denunciar. Una de las últimas denuncias recibidas retrata la manera de operar de criminales de quien puede sorprender al público general por su edad, como un detenido de tan solo 19 años que vive en Castellón de la Plana.
La víctima explicó en la denuncia ante comisaría que había recibido una llamada telefónica de un hombre, con un acento que no pudo determinar, y que se identificó como el responsable de un prostíbulo.
En esa conversación el supuesto estafador le amenazó recurriendo a esa frase: al no acudir a una cita con las trabajadoras del establecimiento y tras haberles hecho perder el tiempo, debía ingresarles dinero para compensar las molestias.
El siguiente paso es amedrentar a la víctima, como sucedió en este caso. Si no realizaba el ingreso, sufriría graves consecuencias. Y así uno de ellos, ante el profundo temor a las represalias, llegó a transferir 1.960 euros a una cuenta bancaria que le habían facilitado.
El subinspector de la Unidad de Droga y Crimen Organizado (UDYCO) de la Policía Nacional en Alicante pone otro ejemplo de un hombre que llegó a hacer dos pagos de doce mil euros, tras contestar un mensaje y recibir amenazas que creyó reales.
Seguir el rastro del dinero es lo que sirvió a los agentes de Alicante para localizar al supuesto miembro de la red de estafas del primer caso. Este, según la investigación, ejercía de lo que se conoce como mula, un transmisor de lo recibido.
Los 1.960 euros ingresados por la víctima en su cuenta se extrajeron de un cajero para dárselo a otras personas. La mula está acusada de cobrar 150 euros por esta operación aún abierta en la que se sigue buscando a los receptores.
El subinspector de la UDYCO subraya que este tipo de mensajes se envían de forma masiva, siguiendo el modelo de otro tipo de estafas telefónicas como la del hijo en apuros o la búsqueda de empleo.