Alicante

Tener una población menor de 15.000 habitantes y un patrimonio arquitectónico o natural certificado, son las dos únicas condiciones de la asociación "Los Pueblos más Bonitos de España" para valorar y decidir los enclaves rurales que pueden llevar esta marca

Y el único municipio de la provincia de Alicante que ha entrado en este listado es Castell de Guadalest, en la Marina Baixa alicantina. Según explica su alcalde, Enrique Ponsoda, en un vídeo sobre el reconocimiento, es "un municipio pequeño situado en el interior de la provincia de Alicante. El mayor atractivo es su ubicación. Cuando alguien lo visita, por primera vez, se queda impresionado al ver sobre una roca las ruinas del castillo y el campanario".

"Ésta es nuestra identidad y lo que nos ha diferenciado de otros destinos turísticos. Nuestras magníficas vistas, fotografiadas y filmadas por millones de turistas de todo el mundo son nuestra carta de presentación. Además, tenemos museos con colecciones muy peculiares, una gastronomía exquisita y unas fiestas, que nos recuerdan que nos gusta mantener las tradiciones a lo largo de los años".

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La marca constituye un importante activo turístico internacional ya que la asociación española procede de Les Plus Beaux Villages de France, que en 1982 estableció la primera red de esta índole creada en el mundo. Actualmente la asociación francesa cuenta con 157 miembros adheridos.

Castell de Guadalest

La web de la asociación lo define como "un pueblo que ha sabido mantener, a través del tiempo, los rasgos más típicos de las poblaciones del interior alicantino. Situado en lo alto de un peñasco a 595 metros de altitud, sus casas encajadas en la roca, dominan un extenso valle, enmarcado por las sierras de Xortà y Serrella al norte y la sierra Aitana al sur".

También recuerda que Castell de Guadalest fue declarado conjunto histórico-artístico en 1974, señalando que "está dividido en dos barrios claramente diferenciados: el del castillo, colgado en lo alto de la peña y protegido por la antigua muralla, conserva todo su sabor medieval; y, el del Arrabal, de creación posterior, cuando la población aumentó trasladándose a las faldas de la montaña". 

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"Al primero de ellos, se accede por un túnel excavado en la misma roca que sirve de entrada a la población. Encaramado sobre la misma peña, destaca el campanario exento de la iglesia parroquial. A su lado, encontramos los restos de una antigua fortificación conocida como la Alcozaiba, construida por los antiguos pobladores para defender la villa", continúa.

Además, detalla que "en la zona más elevada del pueblo, se conservan los restos del castillo de San José que fue conquistado a los musulmanes por Jaime I y fortificado durante el reinado de Pedro IV. Los terremotos y la Guerra de Sucesión fueron los culpables de su destrucción, aunque en la actualidad quedan en pie varios lienzos de muralla, la cisterna y la torre del homenaje". 

"Ascendiendo por la antigua escalinata que nos lleva al barrio antiguo y después de flanquear la entrada, nos encontramos ante la casona señorial de los Orduña, con su escudo en la puerta. A su lado, se alza la iglesia parroquial de la Asunción de la Virgen, construida en el siglo XVIII", añade.

"Merece gran interés el recorrido por la calle principal del pueblo, para admirar la arquitectura de sus casas de una sola planta, blancas y luminosas. Al final de esta calle, en la plaza, se encuentra el edificio del Ayuntamiento que antiguamente fue también juzgado y prisión", concluye la reseña de la asociación.