"Me da mucho pudor verme trabajar", cuenta Fele Martínez. Esa sensación da paso ahora a la nostalgia cuando el intérprete alicantino recuerda su salto a la fama hace 25 años con su debut en Tesis. En la película de Alejandro Amenábar que ha celebrado esta semana su aniversario encarnaba a Chema, un joven seguidor de las películas snuff y pornográficas.
Hace más de un año que el actor no se pone Tesis. Como comenta, "hasta que no pasa mucho tiempo no vuelvo a verlas más. Las veo el día del estreno". Una razón para ello es que cuando es muy reciente, se centra en los fallos que sienta que haya podido tener. "Soy muy crítico", asegura.
Mientras llega el encuentro que han preparado con Amenábar y el resto de protagonistas para recordar aquel trabajo, Martínez repasa cómo fueron aquellos días, cuando era un recién llegado a Madrid.
En aquel debut, la acogida por parte de crítica y compañeros de profesión fue muy buena. El papel que escribió Amenábar le sirvió para conseguir el Goya al mejor actor revelación en 1997. "Y aun así, voy al fallo. Es mi maldición", señala, "pero ahora ya no. A medida que pasa el tiempo aumenta el punto de nostalgia y me acerco de otra manera a las pelis o a las series. Ahora con Estoy vivo veo cada semana el capítulo pero es como si fuera un estreno porque no lo he visto todavía".
Rodada en 1995, Fele Martínez estaba en primero de carrera y a través de un amigo de Carlos Montero contactó con el grupo que ya tenían Amenábar, Eduardo Noriega y Mateo Gil. El futuro creador de Élite ejerció de puente porque aquel otro chaval que había dirigido cortos como Himenóptero y Luna quería hacerle una prueba. Y así empezó su carrera.
Una melena que valía un personaje
"Alejandro se fijó en mí porque coincidimos en una muestra de trabajos de su clase, que estaba en tercero", recuerda. "Las pintas que tenía le encajaban físicamente para el personaje". Aquella melena larga por los hombros y las gafas de gran tamaño le sirvieron para crear la imagen opuesta del alumno modelo que encarnaba Noriega.
Chema era un fan de películas de violencia extrema como Holocausto caníbal y ayudaría a Ángela, Ana Torrent, en la resolución de una trama de grabaciones de asesinatos reales. "No sabía lo que era una snuff movie. De hecho, cuando me dijeron que me iban a dar una separata para hacer el casting no sabía lo que era una separata", recuerda.
No hacía ni un año que Fele Martínez había aterrizado en Madrid. "Todo era muy nuevo para mí", reconoce. Y "como era el más inexperto de todos", la preparación fue más intensa. "Alejandro estuvo ensayando conmigo casi dos meses". Aquello era fundamental "para repasar la película de arriba a abajo".
Con el que más ensayó Amenábar
Los cortometrajes que había dirigido Amenábar le habían abierto el camino a su primer largo pero seguía siendo un veinteañero que encaraba una producción presupuestada en más de cien millones de pesetas. "Prácticamente se la estaba jugando conmigo", cuenta el actor alicantino.
Toda aquella preparación sirvió para que "si hubiera un fallo no fuera de interpretación y el rodaje fuera lo más expeditivo y eficaz posible". Cuando ya estaban delante de la cámara en los pasillos de la facultad donde aún estudiaban, recuerda lo "sobreexcitado" que estaba.
"Mi único objetivo era no cagarla y que Alejandro estuviera contento", destaca. Sabía que su trabajo "estaba prácticamente hecho, lo que faltaba era no salirme de la marca y tropezarme con los muebles, como quien dice. Alejandro estaba muy tranquilo conmigo porque ya habíamos repasado todo lo que tenía que repasar".
Aquella "serenidad y seguridad" del director con tan solo 23 años impresionaba a todo el equipo, "con pesos pesados de la industria del cine". De hecho, recalca que "parecía que llevaba toda la vida dirigiendo pelis".
Las preguntas con que aprendió
Y si con Amenábar fue un trabajo fluido, para su compañera Ana Torrent también tiene elogios. "Mi relación con Ana es maravillosa. Nos volvimos a reencontrar hace poco precisamente para la grabación de un podcast por el aniversario y nos encantó". Aunque también joven, ella ya era una veterana del cine español por sus papeles de niña con Saura y Erice.
De Torrent aprendió lo que significaba ser un intérprete. "A mí me fascinaba que Ana hacía muchas preguntas. Y yo decía este es el trabajo de un actor, preguntarse mucho. Yo estaba muy verde". Frente a una mujer que llevaba toda su vida ante la cámara "yo me dedicaba a observar para hacer lo mío, que bastante tenía con todo eso".
El tercer vértice del triángulo de Tesis lo forma Eduardo Noriega. Con dos años más que él, "estaba en tercero y era uno de los que nos hacía putadas cuando estábamos de primeras en la escuela". Aquella relación de confianza que tenían fue creciendo cuando supieron que coincidirían en aquel primer largometraje. "Nuestra amistad arrancó y sigue ahí. Para mí siempre es una gozada encontrarme con todos".