Lo normativo es sexy. Ese sería un punto de partida para interpretar el último ensayo de Eloy Fernández Porta. El escritor, en su reciente visita a Alicante para presentar Las aventuras de Genitalia y Normativa, repasa los límites que nos imponemos como sociedad. Y lo hace con el acento puesto en tratar con humor, y sexo, el afán aparentemente insaciable en la era digital por señalar nuevas prohibiciones.
Fernández Porta llega tímido a la librería 80 Mundos donde sus ensayos expuestos en la entrada contradicen su actitud. Afterpop, Homo Sampler y €RO$ son tres ejemplos de una premiada carrera en la que esta vez pone su foco en analizar una "época en que la normatividad pública y privada es producida en directo por la ciudadanía digital".
Esta es solo una de las ideas con que arranca su nuevo ensayo en Anagrama. ¿Y qué mejor reflejo para ese debate en directo que un canal que limita sus mensajes a 280 caracteres? "Twitter está lleno de tentadores, como escorts con su canal, pero aún está más lleno de vigilantes estalinistas que señalan defectos a los laicos", cuenta.
Una referencia al dictador soviético en la que profundiza. Esos vigilantes que cita al actuar así en las discusiones políticas reproducen los comportamientos de otros estamentos al llamar la atención sobre esos puntos como si fueran pecados. "Y eso en el marco de la izquierda está muy presente", indica, "hay personas que en Twitter adoptan la figura de policía estalinista y señalan los defectos del mal militante".
Izquierda moralista
Una actitud que le lleva a remontarse "a cierto cristianismo primitivo". Al menos una vertiente del mismo, puntualiza. Según ese razonamiento, "el pensamiento de izquierdas tiene su origen" en ese carácter "franciscano, deja todo y ven conmigo, austero y con un sentido de la moralidad muy estricto. Y quien está dentro del pensamiento de izquierdas, ya sea en una parte u otra, se encuentra a menudo con esta disyuntiva entre una vida hedonista, curiosa, sexualmente experimental, etc. y el control del buen militante".
La portada del libro, una fotografía del aspense Mira Bernabeu, ya trata esa visión. Y Fernández Porta enfatiza la conexión alicantina que tiene a través de La genealogía de la consciencia II. La esclavitud del asociacionismo. "Inmediatamente me atrapó", cuenta, "con una mujer que parece asediada por personas que o son reales o son ideas que le han imbuido. Porque el libro habla de cómo se constituye nuestra consciencia a partir de reglas, de convenciones que vamos aprendiendo que tenemos que cumplir. Hasta el punto de encontrarnos rodeados por árbitros y vigilantes".
Contrarrevolución sexual
Estos no están solos. Como autor también reconoce que hay dos corrientes culturales que abordan esta cuestión. Una sería la llamada progresista. "Y una de las ideas del libro es que la única idea de progreso en la que podemos creer es en la de la liberalidad de las relaciones afectivas y sexuales. Las revoluciones, en el sentido ideológico ya hemos visto a dónde llevan. La única revolución que podemos imaginar es la de los cuerpos".
Frente a este planteamiento existe una contrarrevolución sexual: "Colectivos de personas que sienten que con todo eso tiemblan los cimientos y que los principios en los que creían ya no son válidos. Ahí es donde surgen discursos reaccionarios como el retorno del hombre, hombre contra el hombre deconstruido. O, de forma más minoritaria, el retorno de una supuesta mujer femenina auténtica por la que han pasado de largo las cuatro oleadas del feminismo".
El placer culinario
En esa lucha por la libertad del cuerpo hay una opción en la que se detiene en particular Fernández Porta, la gastronomía. Y no, no es una provocación. "Hablo de las diversas formas de entender la sensibilidad y la gastronómica se está convirtiendo, cada vez más, en un espacio para la pluralidad de gustos". Una idea que le llega a partir de Michel Foucault, el pensador francés al que referencia en particular en este ensayo.
¿Es por tanto la comida el espacio mental en el que más libres somos? "Igual que hay una minoría de la población, por ahora, que declara que vive una vida poliamorosa, en cambio, todos podemos ser poligastronómicos y practicar una diversidad de los gustos", concluye.