Aspe

Caminar por encima de los muertos es una práctica más habitual de la que creemos. Ciudades y pueblos de todo el país esconden en sus entrañas no solo tuberías de agua, gas, alcantarillado, telefonía, desagües o electricidad, sino también cadáveres. La renovación de dos calles de la localidad de Aspe, en el interior de la provincia de Alicante, ha llevado al arqueólogo local, Felipe Mejías, conocido por estar detrás de las exhumaciones en el campo de Albatera, a escarbar en la historia. 

Hablamos con Mejías después del éxito de sus reflexiones en la red social Twitter, donde ha logrado más de 15.000 'me gusta' y 3.000 retuits. En ellas, como se extiende en la conversación, pone de relieve la importancia de la arqueología urbana, y las dificultades que entraña.

Se da la circunstancia de que su abuelo participó en 1952 en la primera instalación del alcantarillado que hubo en las calles de Aspe, el mismo que le instaló en su cabeza -junto a su padre- el gusanillo por la arqueología; y ahora, en cambio, es él el que está participando en el seguimiento arqueológico que está habiendo con la renovación de la conducción en el casco antiguo. 

Su abuelo ya le contaba que era habitual encontrarse con muertos en este tipo de obras, por lo que a Felipe Mejías no le ha sorprendido el hallazgo: hasta la fecha lleva descubierto, junto a su equipo, 13 cadáveres de los que han podido recuperar seis. El resto, de momento, se resisten "por cuestiones de logística". "Y eso que llevamos media calle solo", avisa, por lo que cree que podrían hallar hasta el doble. 

Una de las grandes dudas que suscita este proyecto es ¿por qué hay muertos entre alcantarillas? "Porque antes había un cementerio mudéjar", responde. Es decir, que con el ensanche de Aspe que hubo en el siglo XVIII para atender al aumento de la población se decidió construir en una zona entonces abandonada, pero que escondía a los antepasados de los siglos XV y XVI.

José Ramón Ortega, de la empresa Arpa Patrimonio, en las labores de exhumación.

Aunque todavía no dispone de información concluyente, cree que fueron moriscos, descendientes de musulmanes que pudieron vivir en la España de la Reconquista católica si se bautizaban, como hicieron, en 1525. Es en esa fecha cuando se impone enterrarlos por el método cristiano, es decir, bocarriba, como han aparecido. Si se los hubiesen encontrado de cúbito lateral y mirando a la meca significaría que sería de la época musulmana anterior, cosa que no ha pasado, de momento.

Los huesos, fuente de información

Y es que, como explica a este medio, la forma en la que se los encuentran y su análisis óseo posterior "da más información de lo que la gente cree". Además, están en la obligación legal de recogerlos y documentarlos. Por ejemplos, los huesos te dicen, según el volumen del cráneo o de las caderas, si era hombre o mujer; la edad, por el desgaste de los dientes, -el primero que salió fue de uno que no tenía ni un año porque tenía los dientes de leche-; la profesión y condición social

Si era alguien que trabajaba cargando mucho peso se aprecian las vértebras desgastadas o si tenía un hueso roto en función de cómo se lo curó -porque el pobre no tenía recursos- se puede saber el poder adquisitivo; o la enfermedad que le marcó de por vida, como la tuberculosis que deja marcas en las costillas "muy características", o la sífilis en el cráneo. 

Reacción del vecindario

Como señalábamos antes, en los años 50 del siglo pasado el abuelo de Mejías le contaba que "en todas las calles les salían esqueletos". ¿Qué hacían? "Los echaban a las zanjas", recuerda este arqueólogo . En la actualidad, ya han encontrado esos esqueletos removidos. Mientras, una parte del vecindario, el más longevo, asiste a estos trabajos con la certeza de que los muertos estaban ahí. "Un vecino me ha contado que en las reformas de su patio le salió uno", apostilla este aspense. 

Uno de los esqueletos encontrado en Aspe.

Otros, por su parte, prefieren no mirar y no pensar en el trasfondo: la muerte, una actitud que comparten con algunos de los transeúntes que "vuelven la cara y aceleran el paso"Por último, están los se detienen a mirar la excavación con enorme "curiosidad". Entre estos hay quién se atreve a preguntarles qué hacen con todos esos huesos. 

"Los documentamos in situ y les hacemos decenas de foto para hacer modelos en 3D", a cargo de Eloy Poveda, quien es el que hace el levantamiento fotogramétrico -en el equipo también está José Ramón Ortega, de la empresa Arpa Patrimonio-; luego se retiran los huesos, se guardan en bolsas, se clasifican, se hacen informes y se acaban exponiendo en el museo arqueológico de Aspe tras recibir la pertinente autorización de conselleria, responde. Nada que ver con hace 70 años.

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