"Mola mucho contar en redes nuestros éxitos, pero a veces, para poner todo en perspectiva y conocer mejor a la persona, también es necesario hablar de los fracasos y las cosas menos buenas". Con este mensaje en Twitter el ilustrador alicantino Fran Ferriz presenta lo que puede llegar a suponer para nuestra salud mental el trabajo de nuestros sueños. Esta es la historia de su no a Ridley Scott.
El arranque en este caso bien podría ser el final de muchas otras historias. El ilustrador que consigue participar en un proyecto de escala mundial, con todo el reconocimiento profesional que eso implica. El director inglés, en un envidiable estado de forma con múltiples proyectos a sus 84 años, tiene entre manos proyectos para las sagas de Alien y Blade Runner, secuela para Gladiator, una película original sobre Napoleón y la serie de televisión Raised by Wolves. Participar en cualquiera de ellos, o en otro aún sin especificar, supone un hito en una carrera laboral.
Pero ¿a qué coste?
Cuando duele el alma
"La salud mental siempre ha estado en un segundo plano y es muy fácil decir que nos duele una muela, pero muy difícil que nos duele el alma", cuenta Fran Ferriz. A eso añade que cuando una persona atraviesa esa situación quienes están alrededor "no le dan esa importancia". Mientras que "cuando tienes una enfermedad se ve, cuando dices que estás triste la gente no lo entiende".
Esa falta de comprensión la entiende el ilustrador de Villena cuando, además, "trabajas en un proyecto que te apasiona y que siempre ha sido un sueño". Lo que los demás no pueden percibir es lo que supone emprenderlo "y no porque esté mal sino porque no es lo que esperabas o porque exige de ti que te hacer perder cosas". Eso, que subraya que en su ánimo no está criticar este en concreto, es lo "que valoras que si compensa". En su caso porque "entras en una espiral de sentimientos que chocan".
Un gran proyecto
Ahí Ferriz intenta desentrañar lo vivido. "Muchas veces nos generamos unas expectativas que no se ajustan a la realidad", apunta. Esas son las que incluso ahora, después del no al proyecto, piensa cómo habría sido años atrás. "Como amante del cine, si me dices que en algún momento de mi vida iba a trabajar con Scott, que he mamado ese cine y he vivido muchas películas de ese tipo, sabes que es difícil".
Lo siguiente es descubrir cómo funciona una proyecto de escala planetaria. "Tienes que viajar mucho más de lo que esperaba y como artista conceptual y director de arte te pasas el 80 % del tiempo en reuniones más que dibujando. Y vives más en hoteles que en tu casa. Y lo que dibujas tiene que pasar por el filtro de más de 30 personas, que cada uno te dice una cosa".
Así, "la magia del principio se va perdiendo".
A través de esas grietas uno se detiene a pensar que "al final vas viendo más a esa gente que a tu familia y que te pierdes momentos importantes". De ahí que reconoce que "caes en una espiral y te preguntas si compensa aunque sea un trabajo para ese hombre".
Adicto al trabajo
Hace seis meses Ferriz empezó a ir a una psicóloga. Al contarlo rompe el tabú que aún se mantiene al hablar de la salud mental porque "se tiende a pensar que cuando vas es que estás muy mal y lo que necesitas son pautas para ser feliz, que es el objetivo que todos tenemos".
Aquí reconoce que le fue de bastante ayuda porque se vio desde fuera y asumió que se estaba volviendo adicto al trabajo. "Aunque tenga un día festivo, me pongo a trabajar", explica. Aquella "manera de evadirme de la realidad" vio que no era sana "porque me paso lo siete días de la semana pensando en eso". De forma que "vas dejando de lado cosas". Y una de las que quería "es poner un equilibrio en mi vida y dedicar mi tiempo mi gente, mi familia".
Actualmente, Ferriz afirma que le sigue costando verse como un adicto al trabajo "y sé que lo soy, pero cuando tu trabajo es tu vocación, cuesta distinguirlo". Por eso reitera que este caso no tiene que ver con la cultura del crunch, una de la que se empieza a denunciar ahora los abusos que supone.
"Mi hilo no es una crítica al proyecto en el que trabajo, sino lanzar una pregunta, ¿qué valoramos más? ¿el trabajo es lo más importante en esta vida o hay cosas que merecen otra atención? Me he dado cuenta de que tengo 42 años y lo veo de manera diferente que a los 20", concluye. Por eso asegura que "valoro que necesito tiempo libre y con la gente que quiero. Y que eso es más importante que un trabajo y un sueldo. Y como tengo también otros proyectos, quiero encontrar el equilibrio entre trabajo y felicidad".