Para disfrutar de las obras de Velázquez, el visitante debe sacar entrada en el Museo del Prado de Madrid, podría acudir al National Gallery de Londres, también a la Pinacoteca Capitolina de Roma o hacer una visita al Metropolitano de Nueva York.
Sin embargo, suele pasarse por alto que una de las grandes obras del pintor sevillano no está en una gran ciudad del planeta o en una capital de provincia: 'La tentación de santo Tomás de Aquino' se exhibe en el Museo Diocesano de Arte Sacro de Orihuela y cuenta no solo con la protección divina del obispado, sino también con especiales medidas de seguridad contra ladrones.
"Somos la ciudad más pequeña del mundo que cuenta con un Velázquez", dice con orgullo el director técnico de la pinacoteca oriolana, Mariano Cecilia. De hecho, recuerda que su "no muy extensa" obra está repartida en 28 ciudades del globo, "y todas son grandes capitales". Con el también profesor de departamento de Historia del Arte de la Universidad de Murcia nos adentramos en la intrahistoria de un cuadro cuya importancia llevó al gobierno de la República a darle especial protección contra los ataques a los símbolos religiosos.
Expuesto en la antigua capilla del Palacio Episcopal de Orihuela, da nombre a una sala donde han preferido no exhibir otros cuadros, solo 'La tentación de santo Tomás de Aquino'. Desde allí recibe las visitas; una de las últimas fue la del nuevo obispo Monseñor José Ignacio Munilla quien, poco antes de tomar posesión de su cargo, acudió expresamente a conocerla de cerca cuando vino a visitar la catedral. "Le pareció espléndida, estaba encantado tener bajo su tutela una obra tan excepcional", rememora este doctor en Historia del Arte y Geografía.
¿Lo es? Y tanto, responde. Habla con conocimiento de causa ya que posee una línea de investigación sobre la obra velazquiana de corte religiosa, "la cual es una temática muy escasa", reconoce. "Pero La tentación, por sus dimesiones, su composición y la narrativa que cuenta la hacen única", sostiene.
Castidad para los universitarios
La pieza fue pintada en torno a 1631, después del primer gran viaje de Velázquez a Italia, de donde se trae de vuelta unas influencias que se plasman en el resultado: "se observa claramente en la chimenea", explica, que es un diseño del arquitecto y tratadista Sebastiano Serlio; también contiene "elementos clasicista como la túnica del ángel que está de pie, que nos recuerda al mundo italiano o el propio moderado del ángel que es ‘clasicista’", apunta.
El cuadro llegaría a Orihuela por un regalo del rey Felipe IV a los dominicos que estaban asentados en el actual colegio de Santo Domingo, que entonces era sede universitaria y se expuso de la sala de grados, el lugar más emblemático de cualquier universidad.
¿Por qué allí? Porque allí serviría "como referente al manifestar a Santo tomás y sus virtudes en relación a la castidad y a su profesión literaria y científica", avanza este experto. "Se trataba de la referencia moral e intelectual para los estudiantes que se formaban en la antigua universidad".
Varios momentos en un instante
Para llegar a comprender porqué es tan genial esta obra, primero hay que describir su contenido. La escena, en esencia, representa que la famlilia de santo Tomás "no quería que tomara los hábitos como dominico". Es por ello por lo que lo encierran en una celda y allí le introducen una cortesana (una prostituta) "para que caiga en el pecado carnal".
Pero eso no puede suceder y santo Tomás "vence la tentación, coge un tizón encedido de la chimenea y marca la santa cruz en la pared". Así huye la cortesana de la escena, como se puede apreciar, y al mismo tiempo dos ángeles han descendido del cielo para colocarle el don de la castidad. Velázquez recrea varios momentos en una instantánea "y eso es la genial composición que jamás se había representado así en varios momentos para santo Tomás", aclara este profesor.
Salvado por la República
La importancia de este cuadro no pasó desapercibida para el gobierno de la República. Porque si bien no salió de Orihuela hasta el inicio de la guerra civil española. Nos situamos en 1936 y la capital de la Vega Baja es zona de retaguardia donde los ataques a los símbolos religiosos fueron una constante.
Es en ese momento cuando el gobierno democrático "insiste a la población con cartelería para que no ataque el patrimonio y lo proteja", rememora Cecilia. Se crean juntas de expertos en las provincias para proteger las obras de arte y en Orihuela "se da un caso muy singular porque llegan a fomentar un museo en plena guerra", avanza.
Se produce así el primer traslado de la obra de Velázquez bajo los auspicios del Museo del Prado, un especial encargo encomendado al archivero oriolano Justo García Soriano, quien funda el primer museo creado en la guerra. "Y gracias a eso se ha salvado el patrimonio de Orihuela y de la Vega Baja", afirma Cecilia.
Posteriormente, Franco gana la guerra y ordena cerrar el museo republicano, así que el Velázquez vuelve al Palacio Episcopal, pero con el deterioro del edificio en 1960 acaba expuesto en la catedral hasta que en 2011 se inaugura el Museo Diocesano de Arte Sacro de Orihuela, donde se expone hasta la actualidad. Eso sí, salvo cuando reclaman su cesión, como la última vez, en 2015 cuando fue a París a una gran exposición del artista sevillano.
60 millones de euros
Que esté en "un pequeño" museo, siempre en comparación con el de las grandes capitales, no significa que esté a buen recaudo. Tasado en 60 millones de euros, está protegido "hasta el extremo" con una "seguridad máxima" que sirven también de protección al resto de obras, unas 300 expuestas más otras 300 en el almacen que van reponiendo y que convierten a este museo "en la colección de bellas artes más importantes de la provincia".
Con respecto a la Sala Velázquez, cuenta con toda una red antirrobo. Desde cámaras infrarrojos a las de seguridad, pasando por el control de temperatura para salvaguardar la composición hasta la última incorporación que habrá descubierto algún visitante curioso de más: una alarma disuariosioa que suena "para que la gente no se acerque demasiado a la pieza".
Y todo para proteger su gran tesoro, todavía desconocido para el gran público, de cualquier tentación.