"Tenemos bastantes problemas para aceptar el dolor y la enfermedad", afirma Emili Albi. Estos son temas en los que el editor valenciano se adentra en La amante ciega, su primera novela. En ella aborda la asistencia sexual a personas con esclerosis lateral amiotrófica y enfrenta a su protagonista a la crisis de la mediana edad al descubrir que su padre era un falsificador.
Son tres golpes con los que Albi sitúa al lector ante "esta parte chunga de la vida que es muy necesaria" porque "cuando vienen las cosas mal dadas no sabemos enfrentarnos al dolor y la tristeza, que son parte de la vida". De ahí que lamente que "cada vez más estamos en una sociedad muy infantil en la que hemos ido perdiendo principios importantes como la resiliencia, que hoy en día está muy en boga y hablamos de ella, pero a la hora de la verdad, no".
El punto de partida para enfrentarse a cuestiones que plantea en la novela como "que hay personas con diversidad funcional que tienen que ser masturbados por sus padres" fue una entrevista a un asistente sexual griego que había acabado de llegar a Valencia para abrir una empresa que abordara este servicio.
El choque que sintió al leer esa historia le trastocó su visión: "Pensé que todo lo que creía de que era muy solidario y sensible con la sociedad era mentira y que había obviado a una parte muy grande de la sociedad". Así que siguió documentándose hasta descubrir "un montón de dramas familiares" en los que aparecían afirmaciones tan duras como la mencionada o "padres que contrataban a prostitutas para sus hijos".
El derecho a la vida sexual
En un largo hilo de Twitter detalla cómo fue ese proceso de trabajo al plantear el derecho a la vida sexual en las personas con diversidad funcional o psíquica. Un tema del que todo este tiempo después aún reconoce que le mantiene "en estado de shock porque es una lucha que queda todavía por hacer".
En esta parte de su discurso, Albi explica que "solo en Suiza está contemplada la asistencia sexual y en Francia está en trámites". Dos países en todo el mundo, subraya. De ahí que crea que "toda la sociedad tendría que reclamarlo". Como razona, "el sexo es muy importante en esta vida y en nuestro propio conocimiento. Por eso la asistencia sexual es tan importante".
Todos estos aspectos son los que cree que hacen de La amante ciega "una novela muy vital aunque esté la muerte y la enfermedad". Eso sí, también puntualiza que se "se reflexiona sobre el sexo, pero no es pornográfica". Y ahí se siente satisfecho con las primeras respuestas que ha recibido tras su publicación por parte de los lectores de las que dice "las escenas de sexo eran muy elegantes y no demasiado tórridas".
Los olvidados
Con ello abre también la conversación a esa crisis personal en la que embarca a Ernesto, su protagonista. "Me gusta poner a los personajes a tope, al extremo, para ver cómo se salen de las situaciones", explica, "porque me interesan las historias de gente olvidada, los que no mandan en la sociedad. Me interesa la gente que sufre, tiene problemas y es diferente".
Y en su primera novela publicada hay mucho de ello porque "para contar lo normal de la sociedad hay gente que lo hacen muy bien". Así consigue otro propósito. Si escribe "para entender el mundo", es mediante "estas cosas tan extremas y diferentes que me apasionan" como lo hace. Por eso promete que "la siguiente novela tendrá siempre ese sello, el de fijarme en las cosas diferentes, en outsiders, no en lo súper comercial ni mainstream".
Los más vendidos
Una mirada que conoce de primera mano como editor. "Estuve 14 años haciendo un trabajo de editor de ficción nacional en la Editorial Planeta y antes en Temas de Hoy", apunta. Un trabajo que le puso en contacto con autores que han copado lo alto de las listas de ventas como Eva García Saenz, María Dueñas o Gonzalo Giner. Y los consejos que les daba se los ha aplicado a sí mismo.
"Siempre he pensado que soy un editor sensible y que acompaña bien", pero "cuando tienes que hacerlo tú, se pone más difícil". Por eso reconoce "que estoy desarrollando una empatía increíble por mis autores porque he cruzado el espejo". "A partir de aquí les entenderé mejor", promete.
Un examen de conciencia que también se aplica como padre de tres niños a los que les dedica este libro que presentará en Valencia el 30 de abril. "Los padres tenemos que aceptar que los hijos tienen que sufrir y equivocarse. Y no es fácil. Me jode y me duele" porque "soy de una generación en la que nuestros padres han intentado que tuviéramos una vida perfecta y plena". Ahora, superados los cuarenta, Albi cree que para que sea así la vida "debe tener momentos buenos y malos".