Alicante

La memoria tiene las patas cortas, reza el refrán. Parece ayer cuando Nacho Lloret, empresario de la Plaza de Toros de Alicante, echó la pata p’alante con la última Feria de Hogueras con un 40% permitido del aforo por las restricciones sanitarias mientras muchos empresarios hibernaban en la cueva.

O veraneaban con el candado en sus plazas cerradas. En aquellos tiempos de pandemia, Lloret, José María Garzón, Toño Matilla o Alberto García fueron de los pocos que apostaron por el toreo en tiempos del cólera. En tiempos de amarrar, fueron empresarios que apostaron por sus ferias y no dejaron que el tren del toreo se detuviera en sus plazas. Fue clave y tuvo mucho mérito.

Casi salido de la UVI, o de un estado comatoso, el toreo vuelve a vivir tiempos de anhelada normalidad. Difíciles tiempos de estabilidad en tiempos de animadversión política -unos por antitaurinos y otros por hipócritas-, de dificultad y crisis económica, desprecio institucional y marginación mediática. Pero normalidad al fin y al cabo.

Pese a que el Planeta Toro, desde que la empresa oficializó los carteles en el Ayuntamiento alicantino, mira de reojo la tarde de José Tomás del próximo mes de agosto, la Feria de Hogueras se descorchó el domingo con una corrida de rejones en la que Andy Cartagena y Guillermo Hermoso de Mendoza triunfaron de manera incontestable.

Con el preámbulo de dos clases prácticas para la cantera del toreo, esta tarde se descorchó el capítulo de corridas de toros. El primero de Ricardo Gallardo era un toro perfecto: cinqueño, cuajado, bien hecho, la cara bien conformada. Ferrera, de verde hoja o de Fuente Ymbro y oro, anduvo técnicamente perfecto. Las alturas, los tiempos entre las series, y el tiempecito entre los muletazos. Sin finales y sin clase el toro, poca entrega. A veces las hechuras fallan. “Escribiente” no embistió con caligrafía brillante. Hubo una serie a derechas bien trenzada, trazada y ligada. Media perpendicular acabó con el primer episodio de la tarde.

Antonio Ferrera en el coso alicantino. Teseo

Tras la merienda, salió “Mimoso”, que no fue toro de mimos. Desclasado, viaje corto… Fernando Sánchez se desmonteró tras clavar un par de banderillas con la bandera de España y otro con los colores de Colombia, quizá un guiño a un país que amenaza la tauromaquia y la libertad con el nuevo régimen. Un colombiano universal, maestro César Rincón, dijo un día a quien suscribe que lo que más unía a España con Hispanoamérica era el idioma, la religión y el toro. Ferrera le buscó las vueltas al fuenteymbro como el periodista las busca en la crónica cuando las faenas no levantan el vuelo aunque acaben con un trofeo para el matador.

Perera, de canela Manzanares y oro, tuvo que tomar el olivo en el saludo de capa. Y luego en el quinto tras entrar a matar. Circunstancia poco frecuente. Se desmonteró Curro Javier, vicisitud más común. Autoritario fue el prólogo de Miguel Ángel. Muletazos de sujeción y mando. Pronto el toro. Alegre pero listo y enterado. Soltó mucho la cara y se quedó corto conforme se fue agotando el depósito. Molesto para el torero, que no pasó apuros pero sí las fatigas de coladas y gañafones.

Miguel Ángel Perera cosechó dos ovaciones. Teseo

El quinto fue otro toro con cuajo y seriedad del encierro lidiado por Ricardo Gallardo. Y buen toro. Ojalá el toro en plazas de segunda partiera de estos parámetros de hechuras y seriedad. Hubo pasajes de Perera redondos de temple y buen toreo. Con la panza de la muleta, cogida por la mitad del palillo. Con intermitencias, pero con el sello del mejor toreo del extremeño. Cierto que en otro momento de su carrera, quizá a este quinto le corta las orejas subiéndose, literal, encima del toro. Y metiéndose entre los pitones y al público en los bolsillos. Mañana mata seis toros en Badajoz a beneficio del banco de alimentos. Para quitarse el sombrero. Chapeau, Miguel Ángel.

Ginés Marín, buen capotero, dejó una verónica hermosa dentro de un recibo vibrante rematado casi en los medios. También tuvo sello el quite por chicuelinas rematado con larga sin alzar mucho el brazo. Elegante.

Torerísimo fue el inicio de Ginés. Genuflexo, embaucando y prolongando las embestidas. Suave y templado. Y torero, hasta la misma boca de riego. Construyó una faena Ginés presidida por el gusto y por el anhelo de torear despacio. Cosa que agradecen los sentidos y las emociones. Sin ser toro excepcional, “Gestor” fue toro dócil y noble. El mejor del encierro. Con ritmo y buen son. Una estocada en buen sitio precedió la concesión de una muy merecida oreja.

Ginés, en uno de sus lances con su segundo astado. Teseo

El abrochado sexto, engatillado y estrecho de sienes, anduvo suelto en los primeros tercios. A su aire, con oleadas inciertas después. Escarbó, embistió descompuesto, sin ritmo. Levantaba las manos en los finales del muletazo. Y echaba la cara arriba. Pero tuvo celo y motor como principales virtudes. Ginés se sobrepuso a la adversidad con firmeza y frescura. Y paciencia. Y conjugó el verbo querer, clave para triunfar. Una soberbia estocada le puso en bandeja las dos orejas que descerrajaron la primera Puerta Grande de la feria. Quizá excesiva la segunda oreja. O sin el quizá.

Ficha

Plaza de Toros de Alicante. Corrida de toros. Segunda de abono. Miércoles, 22 de junio de 2022. Menos de media plaza. Festejo retransmitido por las cámaras del Canal Toros de Movistar.



Se lidiaron toros de Fuente Ymbro, de buenas hechuras y muy bien presentados, serios, con cuajo y remate. Noble sin finales el 1, pronto y áspero el 2, bueno el dócil 3, deslucido el 4, manejable el 5, codicioso y descompuesto el 6.



-Antonio Ferrera, de verde hoja y oro. Ovación desde el tercio. En el cuarto, oreja tras aviso.



-Miguel Ángel Perera, de canela y oro. Ovación tras aviso. En el quinto, saludos.



-Ginés Marín, de nazareno y oro. Oreja. En el sexto, dos orejas. Salió por la Puerta Grande.