Alicante

En la Italia presidida por la ultraderechista Giorgia Meloni que rechaza ser llamada presidenta, un grupo de estudiantes de Santa Pola han presentado una obra de teatro contra el racismo, la discriminación a la mujer y la intolerancia. Diverso recuerda la importancia de luchar por la defensa de los derechos desde la formación en las aulas.

Sentado en una cafetería de su barrio de Benalúa, el profesor Ernesto Martín valora la nueva salida internacional del grupo de teatro de su instituto. En 2019 ya lo hicieron a Francia con Maicromachismos, una pieza en la que los adolescentes exponían el drama de la violencia machista partiendo de las pequeñas situaciones que lo fomentan.

Aquí los alumnos vuelven a tomar las riendas en un trabajo de investigación en el que han estado trabajando el instituto alicantino con los italianos de Romagnosi para este Erasmus teatral. Así escogieron cuatro casos reales para transportarlos a los escenarios.

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El primer caso que presentan es el de Johann Wilhelm Trollmann, que les transporta a la Alemania de los años 30. En ella cuentan como a este boxeador de origen gitano que llegó a ser campeón nacional le desposeyeron del título por el hecho de ser gitano. Y posteriormente acaba en un campo de concentración, donde moriría en 1944.

En una de las escenas más llamativas, como destaca Martín, se recrea uno de sus últimos combates antes de esta retirada. En él el entonces treintañero se echó harina por el cuerpo para subir al cuadrilátero como forma de criticar la raza aria que fomentaban los nazis.

El siguiente salto les lleva a los Estados Unidos en 1955. Allí está en Alabama una mujer que la historia conocerá por Rosa Parks porque se niega a ceder el asiento a un pasajero blanco e ir a la parte trasera del autobús, como hasta entonces obligaban por segregación racial. Para evitar un ofensivo maquillaje negro en los intérpretes, Martín destaca que mediante el vestuario se representa claramente el conflicto entre blancos y negros.

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Diverso se mantiene muy pegada a la denuncia social con la historia de Kathrine Switzer, la primera mujer que corrió con un dorsal deportivo oficial una maratón. Seguimos en Estados Unidos, ahora en 1967. Allí esta joven veinteañera quiere correr la gran carrera en Boston, una prueba vetada a las mujeres. Y recurre a una técnica clásica de aquellas que no pudieron decir quiénes eran en una sociedad machista, usar las iniciales de su nombre. 

La última de las historias que mostraron en el Teatro San Matteo de Piacenza lleva a sus alumnos hasta la actualidad. Shamsia Hassani es una artista grafitera de Afganistán perseguida por los talibanes. Para documentarse, Martín señala con orgullo que una de sus alumnas se puso en contacto con ella a través de su página para que les contara su biografía.

Este ejemplo, como las otras investigaciones hechas para plantear los textos antes de subir los escenarios, son las claves por las que Martín valora la importancia de que los jóvenes hagan teatro. "No creo que en sí esta obra cambie el mundo, pero sí es un aprendizaje para poder cambiar el mundo", razona. "Y si lo han investigado, y esto es lo interesante, no solamente han visto cuatro historias, han visto datos, cifras".

Al salir a un escenario a encarnar a estas figuras o las que les rodeaban en ese momento, consiguen un efecto más allá de la habitual lección. "¿Cuántos de ellos tiene una experiencia como para poder contarla y vivirla?", se pregunta el profesor. Estos y otros casos que han estudiado "muchas veces esto no sale en las noticias, no sale en los periódicos. Vemos otra serie de comentarios". Por eso concluye destacando la importancia de este programa "porque no vivimos solos ni vivimos de espaldas al resto del mundo".