La escritora Chus Sánchez vuelve con una novela de aventuras y fantasía, La historia que jamás deseé escribir. Ambientada en la era de los descubrimientos del siglo XIX, parte de Alicante para viajar a Egipto y Londres. Con esta novela recupera una visión de la medicina caníbal a partir del mito de la Mumia Vera, uno de los ungüentos que se usaba para embalsamar momias.
Sentada en el sillón de la librería 80 Mundos en la que presentará este sábado su nuevo libro, bromea diciendo que es "muy mala". Y lo demuestra en este caso transportando al lector a una sociedad en la que los más ricos fomentan el tráfico de cadáveres en busca de esta sustancia.
"Lo que la gente encontrará aquí es el tráfico ilegal de Mumia Vera, una supuesta panacea milagrosa del XIX para curar cualquier enfermedad que se conoce desde la antigüedad", avanza. Y se pone seria al hablar del que es la excusa argumental de este libro en el que recupera también la técnica narrativa del artefacto encontrado para contar esta historia.
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Ambientarlo en el siglo XIX le permitía llevar a sus personajes más al límite con epidemias como la tuberculosis diezmando la población. Y en ese contexto les pone a buscar desesperadamente esta resina que supuestamente curaba muchas enfermedades. De este remedio se desconocía su paradero tras la caída del telón de acero entre oriente y occidente a causa de las cruzadas.
Napoleón en Egipto
La mirada de la sociedad occidental se vuelve hacia oriente a principios de ese siglo con Napoleón y su campaña en Egipto. Este periodo histórico que ya había investigado en su primera novela, La cripta de las estrellas, es el que ofrece de nuevo la inspiración para afrontar la página en blanco. "Creen que vuelven a encontrar la Mumia Vera en los cuerpos de las antiguas momias porque se utilizaba para embalsamarlas", explica.
"Napoleón no va solo con militares, también lleva científicos que empiezan a desenterrar monumentos", apunta. Eso hace que se empiece a comercializar con estos cadáveres. Y luego, añade, que lleguen en cantidades mayores turistas y aventureros, parias y saqueadores.
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La ficción que construye Sánchez en La historia que jamás deseé escribir parte de los hechos reales para embarcar al lector por este amplio viaje que parte de Alicante. De ahí irá pasando al Londres e incluirá paradas en Huesca para incorporar un paraje que la tiene fascinada y poder hablar de magia.
De eso hay y mucho a lo largo de los fragmentos de diarios, cartas e incluso artículos periodísticos que construye. "Tenía claro el punto de vista de la aventura", razona. "Y hay muchas leyendas en torno a las momias y este medicamento porque fueron víctimas de tantas profanaciones que era normal que ese sacrilegio influyera en esas leyendas de maldiciones, como que si estaban en un barco se hundía a causa de ellas".
Echar la vista hacia atrás puede ser en su caso una forma de abordar el presente. Sánchez lo ve claro: "Ahora la gente se toma cualquier cosa por sobrevivir". Por eso añade inmediatamente que ficciones como la suya no pueden animar a nadie a descubrir la medicina caníbal, aquella que usaba sustancias procedentes del ser humano como la sangre.
Una práctica de la que se tiene constatación en las crónicas del Imperio romano "En el circo romano había gente que pagaba dinero por consumir la sangre fresca del gladiador", afirma. Y esos mitos se fueron trasladando como las leyendas del hombre del saco o la del saca mantecas. No será, puntualiza, hasta la Ilustración cuando con las facultades de medicina se observa toda esa pseudociencia con otro sentido. A pesar de ello alerta que "se mezclaba y se sigue mezclando".