Alicante

José Luis Pérez Pont, primer gestor cultural despedido por Vox en la Comunitat Valenciana, recibe esta semana el reconocimiento nacional a su trabajo al frente del Centre del Carme. La encuesta del Observatorio de la Cultura sitúa este espacio en la octava posición de lo mejor del año. En esta entrevista repasa su gestión con los logros conseguidos y los retos que quedaron pendientes, como que el Consorcio de Museos gestionara un espacio en Alicante.

¿Qué sientes cuando ves los resultados del Observatorio de la cultura y cómo está posicionado el Centre del Carme?

—Estoy muy contento porque se ven los resultados de siete años y medio de trabajo. Lo que pone de manifiesto es que todas esas ideas llevadas a la práctica han sido útiles para el sector profesional, han dado una repercusión en públicos y han generado un nuevo modelo de trabajo desde una institución cultural. Hemos sido capaces de trascender los límites geográficos y conseguir que tuviera repercusión nacional e internacional.

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¿Te sientes más apoyado fuera de la Comunidad Valenciana que en ella?

—Recibo mucho apoyo desde fuera, pero el trabajo que hemos hecho en el Centre del Carme ha tenido una muy buena respuesta por parte de los públicos de proximidad y de los profesionales de la cultura en el territorio.

¿Cuál ha sido el peor momento y cuál ha sido el mejor momento de estos siete años al frente del Consorcio?

—Lo peor ha sido la impotencia ante la falta de recursos humanos, que me ha supuesto particularmente un sobreesfuerzo de tener que trabajar entre 12 y 16 horas al día durante siete años y medio. Algo que es excesivo y profundamente injusto para un trabajador en cualquier ámbito. Lo he hecho muy a gusto porque he disfrutado con mi trabajo, pero no parece razonable tener que renunciar a tener vida personal. Me parece que la administración está muy mal organizada en ese sentido y que algo tendrá que cambiar, no es lógico que para poder sacar adelante un proyecto con éxito se precarice el trabajo de los profesionales de esta forma.

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Lo que me ha producido mucha satisfacción es ver a personas de todas las edades disfrutando de la cultura contemporánea y conectando de una forma honesta, directa y sin imposturas.

Pero lo cierto es que nos queda mucho camino en el trayecto de la educación visual de la población. Esa es una parte importante del trabajo que he querido realizar a través del Consorcio de Museos y del Centre del Carme: contribuir a que las personas no solo lean letras, sino que sepan capaces de leer imágenes, porque vivimos en un mundo de imágenes y es importante saber interpretar esos códigos visuales.

Creo que ha sido importante la generación de un tejido social alrededor de la cultura actual y que un centro de cultura contemporánea se convirtiera por unos años en el espacio museístico más visitado en la Comunidad Valenciana.

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¿Te sorprendía que te echaran en cara el éxito de público a la hora de valorar la gestión?

—Sí, porque hay una equivocación a la hora de valorar la calidad de las propuestas culturales y se entiende que una cosa que es bien recibida por mucha gente tiene menos calidad que una dirigida a un grupo muy reducido. Yo no opino de esa manera. Se puede hacer cultura de gran calidad y llegar a muchas personas, porque el objetivo ha de ser ese: ser capaces de comunicarnos con todo el mundo. Trabajar en el presente es esencial para que mejore la realidad actual, pero sobre todo para proyectar otra realidad en un tiempo venidero.

¿Cómo fue la apuesta por Alicante y otros territorios?

—Para mí era muy importante que el Consorcio de Museos, como herramienta de vertebración territorial a través del arte y de la cultura, llegara a todo el territorio y no se quedara solamente en Valencia, que era lo que habitualmente sucedía: que lo que se llevara a Alicante, Castellón o a otros municipios no fueran subproductos que habían pasado por Valencia y que itineraban a otros sitios, sino que fuéramos capaces de generar propuestas específicas.

Por ese motivo hemos trabajado intensamente y hemos invertido un presupuesto específico. En el caso de Alicante, se han invertido para programación cultural más de novecientos mil euros y más de setecientos mil euros en 2023 y 2022, respectivamente, del presupuesto del Consorci. En Cigarreras, el Maca, la Lonja del pescado, el Museo de Bellas Artes... Y luego, por supuesto, en toda la provincia: Elche, Alcoy, Guardamar, Altea, Santa Pola...

¿Qué crees que falló para que Alicante no pudiera tener un centro propio gestionado por el Consorci de Museus?

—Falló lo que falla casi siempre: la política. Que la Generalitat tuviera un gobierno de un color y que en Alicante hubiera un gobierno provincial y local de otro color ya generaba una cierta dificultad para cristalizar proyectos de mayor envergadura.

El seno del Consorcio de Museos estaba integrado por las diputaciones de Alicante, Valencia y Castellón, los ayuntamientos de Alicante, Valencia y Castellón y la Generalitat, que han tenido diferentes colores políticos durante estos años. Pero eso no ha supuesto un problema, porque desde el Consejo General siempre se ha trabajado con los representantes políticos poniendo por encima la cultura y los intereses del sector profesional y de la ciudadanía.

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Sin embargo, a la hora de plantear asuntos como que el Consorcio pudiera tener un espacio en la ciudad de Alicante para llevar a cabo una programación propia, que iba a repercutir en beneficio de la ciudad y de la provincia, se despiertan alarmas en el ámbito político.

A veces me ha parecido que a Alicante le convenga más quejarse acerca de que no recibe lo que le corresponde, replegándose sobre sí misma, que abrazar nuevos proyectos y asumir nuevos retos. Como alicantino lo lamento, porque durante estos años el Ayuntamiento y la Diputación han dejado pasar la oportunidad de recibir un gran impulso de la Generalitat a través del Consorcio de Museos. Ojalá algún día sea más importante el valor social que otras cuestiones.

Pero no era lo mismo lo que se invertía en Valencia que lo que se invertía en Alicante.

—Desde el Consorcio se hacía una inversión importante, la mayor que se ha destinado históricamente en sus presupuestos a la provincia de Alicante. Aunque lógicamente se invertía más en Valencia porque está el Centro del Carmen, que es un espacio de la Generalitat que requiere unos gastos de mantenimiento. Si el Consorcio hubiera tenido un centro abierto en Alicante habría tenido que asumir también esos recursos y haber invertido más dinero, pero desde Alicante nunca se facilitó ese camino.