El paso de Julio César por Hispania fue clave para la formación del militar y dictador romano más conocido de la historia. Y entre Alicante y Madrid, Francisco Uría reivindica una mirada que se salga de la perspectiva anglosajona con su tercer libro sobre su figura: Eso no estaba en mi libro de Julio César.
Antes de pasar por el foro de la Fnac de Alicante este miércoles, 19 horas, avanza que el propósito de este libro era "acometer una biografía completa que me permitiera además corregir alguna cosa que me parece hasta cierto punto injusta".
Y es que, "como no hay grandes biografías de César por autores españoles, creo que se ha infraestimado la importancia que tuvo Hispania o España en la formación y en la trayectoria de César".
"El primer dato objetivo es que vino a España cuatro veces", apunta. "Eso le permitió conocernos y conocer la geografía", razona. Y a partir de ahí, recoge "alguna opinión genérica sobre los hispanos, que es interesante incluso a ojos de hoy".
Su paso por la península Ibérica le lleva desde las actuales Cataluña hasta Galicia o Andalucía, región esta última en la que se centró más: "La batalla final que le permite vencer la guerra civil tiene lugar aquí, en la provincia de Córdoba, en Munda".
La preparación y difusión de sus libros anteriores sobre este tema, El arte de la política y A orillas del Rubicón, es la que valora que le ha permitido ahondar. "La fase de documentación se superpuso" y "al presentar el libro en Sevilla o en Córdoba procuraba conocer mejor el paso de César por allí".
Esos tres años que lleva dedicados al pasado le han permitido resaltar que en los viajes de César "estableció vínculos profundos con algunas familias hispanas con las que mantuvo una clara relación clientelar".
Y de entre todos los episodios que recoge en el libro valora para EL ESPAÑOL "la que me parece una anécdota muy definitoria de Julio César". En la mencionada batalla de Munda, "en algún punto todavía no exactamente determinado de la provincia de Córdoba, César se enfrenta a un ejército más numeroso".
Enfrente tiene a los legionarios "que dirigen los dos hijos de Pompeyo y su antiguo lugarteniente, Labieno, que le conoce muy bien y conoce muy bien sus tácticas". De hecho, "hay un momento en el que está a punto de ser derrotado: un ala de su ejército se viene abajo y es César el que tiene que ir a primera línea a tratar de evitar que el ejército se desmorone y ser derrotado".
La admiración que siente Uría por el militar se traslada en su forma de reflejar el relato. "César se queda solo frente al enemigo que avanza. Y lo que le dice a sus hombres es: 'No permitiréis que los hijos de mi enemigo maten a vuestro general'. Ahí sientes la fuerza de esa relación que él tenía tan personal con sus hombres".
Con esa frase consigue que "un ejército que está en desbandada vuelve otra vez a enfrentar al enemigo solo para proteger a su general". "Y, a la vez, también ves que César está dispuesto a morir con tal de no ser derrotado y hace bueno el dicho de o César o nada".
Uría remarca la épica de aquel momento que recrea porque "es él con ese acto individual el que cambia el curso de la batalla". "A partir de aquel momento lo que iba a ser una derrota se convierte en una victoria. Y fue una acción de valor individual y de determinación suya. Esa anécdota le define como pocas", concluye.