Alicante

Pau Durà tenía ganas de volver a reír y de hablar de la paternidad. Estas dos ideas son la base de su regreso a la comedia con Toscana. El director de Alcoy escoge a Edu Soto, Francesc Orella y Malena Alterio para encerrarlos en su nuevo trabajo y retarlos a las historias más inverosímiles para sorprender al espectador con la película que estrena este fin de semana.

Dos crisis le dieron la idea de Toscana, cuenta durante su intensa promoción. La primera fue la económica de 2010 y la segunda la suya propia, "la de mis 40 y la paternidad". "Tenía la necesidad de abordar una comedia de las que me gustan, basada en personajes construidos y tramas que tengan un poso", recuerda.

Y un bote de esperma se convirtió en la excusa narrativa para liar a sus criaturas. Él mismo es un crítico gastronómico que intenta ser padre por primera vez y tiene que llevar ese bote a la clínica de fertilidad donde lo espera su mujer, una divertida Vanessa Cano. Ese recorrido es el que se convierte en una comedia de 80 minutos que juega con lo tierno y lo sentimental sin caer en lo almibarado.

Durà cuenta que al construir la historia quería que el azar trastocara los planes iniciales de su protagonista, pero que no por ello dejara de ser realista. Y eso es lo que les lleva al secuestro en el Toscana, un restaurante situado en un barrio de Valencia. "Lo gracioso es que a todos les va bien acabar atrapados ahí", explica.

Ganas de comedia

Su segunda película no iba a ser Toscana. Desde que terminara Formentera lady tenía prevista una película de carretera de rodaje más ambicioso por Europa. Pero la pandemia y "los personajes oscuros que me gustan y que me ofrecen últimamente mucho", acabaron adelantado los plantes. "Tenía ganas de comedia", recalca.

"Ahora el público necesita reír. Y lo hemos comprobado", apunta tras su pase previo por los festivales. Él mismo tuvo la oportunidad llevándose incluso en esa galería de secundarios alicantinos, por los que pasan Toni Misó y Fele Pastor, a Xavi Mira. "En mis películas siempre intento traerme a los amigos del pueblo", reconoce risueño, "a estos viajes que a veces son complicados, pero que cuando lo haces con gente buena y amiga es mejor".

Entre ellos están también los protagonistas que ha escogido. Empezando por Edu Soto al que le da un gran papel y al que alaba por su trabajo "con un personaje con tantas capas. Tenía ganas de darle este personaje tan humano con elementos tan sutiles". Él es un padre desesperado que busca recursos para sobrevivir y reconectar con su familia al que enfrenta con el propietario del restaurante, un Francesc Orella al que es capaz de mantener amordazado durante una buena parte del metraje. "Y a él, que puede hacer todo, no le dan mucha comedia y en este personaje está inmenso".

Y si hay muchas risas y anécdotas del rodaje, Durà se pone firme con el objetivo de que, para funcionar, hay que tomárselo muy en serio. "La película puede ser una feel-good, pero los personajes no están pasándolo bien para nada, están en sus peores momentos".

Toscana no es una película sino dos. Durà tenía muy claro que no quería el doblaje para hacerla solo en catalán o solo en castellano. Y se atrevió a hacer las dos versiones. Un reto en el que reconoce que ayudaba mucho que prácticamente transcurre entera en un único decorado. Como si fuera una obra de teatro, la ensayaron entera durante dos semanas previas al rodaje y este lo hicieron cronológicamente, indica. "Ha sido una aventura", reconoce.

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