Alicante

El estreno de Los anillos del poder ha llegado con una oleada de batallas sobre la representación de las razas en un mundo de ficción, el empoderamiento de la mujer y la descripción de la sociedad. Por eso en las redes sociales se ha llegado a afirmar que el autor J.R.R. Tolkien es un fascista, racista y misógino. Acusaciones que irritan sobremanera al experto José Manuel Ferrández Bru que lleva tres décadas analizando su obra desde Alicante.

Lo primero que puntualiza Ferrández Bru es que rechaza la manipulación que se ha hecho del debate respecto a los cambios introducidos en esta versión. Una adaptación que considera tan alejada de las obras de Tolkien que afirma que si hubieran cambiado los nombres, los herederos del autor no hubieran hecho "nada" porque "no tiene en realidad ninguna relación el personaje principal".

Los cambios introducidos, que encabezan con una Galadriel convertida en heroína de acción o los diferentes personajes de color, los rechaza este experto. Y lo que le preocupa es que desde la promoción se ha creado "una falsa de dicotomía en la cual, si no te gusta la serie directamente no te gusta por el tema de la integración racial, no te gusta por el tema de la diversidad. Y, por lo tanto, si no te gusta la serie, eres un racista, eres un fascista". Cuando, como señala, "una adaptación tiene que respetar el espíritu, no ir palabra por palabra. Y las películas de Jackson no respetaban ese espíritu. Aquí ni hay espíritu".

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Ferrández Bru destaca un aspecto clave sobre la forma de crear a partir del universo tolkeniano, "El propio Tolkien escribió mucho a propósito de cuáles son los límites de la creación", recuerda. "Y dentro de los límites de la ficción él establecía un criterio fundamental, la consistencia dentro de la coherencia". ¿A qué se refería con ello? Con la minuciosidad que dedicaba el autor a plantear todo lo que aparecía en sus libros, "el ejemplo es que si escribes un libro de ficción y tu planeta tiene dos lunas, estas afectan a la manera en que las mareas fluctúan".

Volviendo al tema de la representación racial, que Ferrández Bru recalca que es un tema secundario. "La tierra media es un reflejo de nuestro mundo, de nuestro globo terráqueo, y ahí estaban las razas en cada parte del planeta y se producían contactos eventuales", del mismo modo que en la realidad se produjeron en el pasado con Marco Polo en China o la esclavitud que llevó la gente de color a América.

La cuestión es que en Los anillos del poder, ambientada antes de lo que sucede en El hobbit y El señor de los anillos, "en la tierra media no se han producido esos efectos globalizadores, porque la mezcolanza se ha producido a posteriori, al final de la cuarta edad, con la conexión entre las razas que vive a la que representa el noreste de Europa".

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El problema para Ferrández es que "ver un elfo negro no me sacaría tanto del argumento como la incoherencia del guion, ¡si los hobbits no estaban en esa época!". Y eso, añade sobre la introducción de estos personajes, "es llevar al extremo esa situación porque si ya existían en esa era que retrata la serie, no tenía sentido que en El señor de los anillos fueran una revelación y sorprendieran a todos".

Las discusiones sobre estas ideas se ven ahora magnificadas por el altavoz de las redes sociales, pero como apunta este experto, "a Tolkien, a lo largo del tiempo, al ser obras con tanta repercusión, acaban teniendo sus detractores. Y la ignorancia es muy atrevida. Se le dijo que era racista porque los orcos son negros y vienen del sur o que era misógino".

Los personajes femeninos en los libros de Tolkien van cobrando mayor presencia según los escribía. Si en El hobbit no hay, en El señor de los anillos ya son cuatro y en El Silmarillion, una docena. A pesar de eso, en esta versión "con Galadriel se han quedado solo con el nombre y con el propósito de destacar el empoderamiento de la mujer le han dado unos atributos que no tienen nada que ver con el personaje: las reacciones y lo que hace es un sinsentido. No se necesita ser una guerrera ninja para estar empoderada".

En cambio, Tolkien sí dio oportunidades a las mujeres entre su alumnado del mismo modo que a su hija. "Si se analiza la biografía de Tolkien, se ve que más de la mitad de sus doctorandos eran mujeres, cuando estas eran una minoría en la universidad de entonces". Por eso afirma que "Tolkien era muy progresista", como demostraría que  dirigía esas tesis con alumnas "cuando había profesores que no querían hacerlo".

La leyenda negra sobre esos aspectos negativos de Tolkien para Ferrández Bru viene reforzada por el hecho de que el autor era católico en una sociedad mayoritariamente anglicana que restringía los derechos. "Fue de los primeros que pudo entrar a Oxford, porque cuando nacnió no podría haber ido a estudiar allí. Por el hecho de ser católico ya tenía animadversión, por ser manifiestamente religioso y estar en contra de las vanguardias, había una serie de críticas". Por eso lamenta que sobre el propio autor "se ha construido un personaje que no corresponde al personaje real".